La Feria Taurina de Málaga 2017 pasará a la historia por el estreno del espectáculo Crisol y la memorable actuación de Enrique Ponce ante el toro Jaraiz, de la ganadería de Juan Pedro Domecq, que sería indultado. Precisamente por esa faena, ayer se le premiaba por sexta vez con el Capote de Paseo que concede cada año el Ayuntamiento al autor de la mejor faena.

Al margen de este acontecimiento mágico que aunaba toreo con pintura y música en el marco de la Corrida Picassiana, la feria nos dejaba una serie de hitos que hacían que, en mayor o menor medida, la mayoría de las tardes contaran con un argumento artístico. Como ya es toda una tradición, el ciclo se prologaba con el Certamen Internacional de Escuelas Taurinas, en su duodécima edición, que volvía a contar con un respaldo masivo de público y finalmente era ganado por el algecireño Corruco.

Por el contrario, la destacada bajada de abonados y las pobres entradas registradas en diversos espectáculos suponen una de las notas más negativas de este serial, el primero de la nueva empresa Toros del Mediterráneo, y que había estado precedido por el malestar de la propiedad de la plaza, la Diputación de Málaga, y el grueso de los aficionados por la decisión de no aplicar el descuento en el IVA en el precio de las localidades.

El abono se inauguraba con una muy bien presentada novillada de Toros de la Plata en la que actuaban seis malagueños, entre los que se alzó como triunfador el fuengiroleño Juan Carlos Benítez, el único capaz de cortar una oreja. Una vuelta al ruedo daban su paisano Curro Márquez y Francisco Morales, de Carratraca, tras una templada actuación.

El cartel de toreros banderilleros se recuperaba el primer domingo de feria, con una corrida de El Pilar que además suponía el primer duelo del Desafío Taurino de este año. El decepcionante juego de los astados condicionó el festejo, en el que únicamente se obtenía un apéndice por parte del jerezano Juan José Padilla en una faena de corte populista. Sin lote, El Fandi mostró una buena dimensión con el capote y banderillas, mientras que Ferrera estuvo algo desdibujado toda la tarde.

El contrapunto llegaba al día siguiente con una completa corrida de Victoriano del Río que propiciaba el triunfo de Sebastián Castella, con dos faenas que fueron premiadas con una oreja cada una. Afrontaban sus dos primeros compromisos Alejandro Talavante y Roca Rey. Completa fue la tarde del extremeño, que también obtuvo un trofeo; mientras que el peruano se estrelló con el lote más complicado.

Los premios del desafío se quedaron en la corrida de Fuente Ymbro, noble aunque falta de chispa y ante la que destacó la pureza del toreo de Paco Ureña, único diestro capaz de tocar pelo en esa tarde del martes 15 de agosto. Perdió la opción de sumar Javier Jiménez por el mal uso de los aceros tras una faena aseada, mientras que José Garrido no encontró colaboración en el ganado y pasó de puntillas por el coso de La Malagueta.

Una de las tardes más destacadas era la encerrona de Fortes con seis toros de diferentes ganaderías. Destacó uno de Victorino Martín de gran calidad al que le cortó una de las dos orejas que consiguió y que le propinó una cornada en el muslo izquierdo de 15 centímetros de profundidad. La otra fue de un sobrero de El Ventorrillo que cerraba plaza; aunque anteriormente se le pidieron también con el primero de Virgen María y el segundo de La Palmosilla, en otra de las grandes faenas de la tarde que fue marrada con los aceros. En ambos casos dio una vuelta al ruedo. Los toros de Victoriano del Río y José Vázquez no sirvieron. Se lució en banderillas Iván Vicente, que también saludaría el viernes acompañando a Cayetano, y que se convierte en el gran triunfador entre los toreros de plata. Dos veces ha saludado también el malagueño Juan José Trujillo.

La locura de Crisol, acompañada musicalmente por la soprano Alba Chantal y los cantantes Estrella Morente y Pitingo, estuvo acompañada por el reencuentro de Javier Conde con su plaza tras dos años de ausencia. Con pinceladas a lo largo de toda la tarde, la plaza crujió con los olés surgidos desde los tendidos; aunque su pésimo uso de los aceros limitó su balance artístico a una vuelta al ruedo del que abría plaza.

La vuelta a la normalidad al día siguiente nos ofreció un contrapunto ganadero de Juan Pedro Domecq, que pasó de la gloria del indulto y la nobleza infinita a un encierro muy descastado ante el que sólo Ginés Marín pudo mostrar la dimensión artística que puede alcanzar y que está desarrollando a lo largo de esta temporada. Los hermanos Rivera Ordóñez, con la despedida de Paquirri de esta plaza, no pasaron de discretos en sus respectivas actuaciones.

El colofón en cuanto a las corridas a pie llegaba el sábado 19 con otra oreja para Talavante, un Juli un tanto desdibujado y sin que Roca Rey encontrara nuevamente el lote propicio. El epílogo triunfal lo ponían un gran Ventura, que salía a hombros en una tarde en la que Sergio Galán y Lea Vicens también pasearon un apéndice.