Hacer un repertorio de carnaval es algo más complejo de lo que muchos creen. El carnaval se ha vuelto tan extremadamente exigente que ya ni todo vale ni todo gusta.

No vale buscar un "tipo" con un buen disfraz y llevar una puesta en escena decente acorde con ello, no vale con escribir letras a la luna o al paraíso infinito que es nuestra Málaga, aunque también es de obligado cumplimiento escribirlas y cantarlas. No vale. Y estoy de acuerdo.

Hay que crear esa letra ácida, esa que quema dentro de ti, que hace que todos los días te acuestes pensando que vale la pena escribirla para llevarla a un repertorio y haga saltar los cimientos de cualquier patio de butacas, ya sea en el coliseo de las tablas negras como en la esquina de la calle Santa Lucía con la calle Granada. Esa letra que te identifica, la que el respetable espera que vomites por tu garganta y le haga vibrar tan fuerte que cuando se cierre el telón, o te vayas de esa esquina, piense que ha merecido la pena pagar una entrada o esperarse una hora en esa calle con el frío calado en los huesos para escucharla. Esas letras, esas son las que se deben hacer hoy por hoy en el carnaval.

¿Qué si hay censura en el carnaval? Por supuesto. Eso es parte de ella y la alimenta. Yo lo he vivido en mi propia guitarra y en mi garganta. Pero no tiene que afectarte, a mí por lo menos no me preocupa porque siempre escribí y canté lo que me dio la gana.

He tenido el honor de escribir y cantar muchas de esas letras ácidas a las que me refiero, aunque me haya costado que muchos me hayan mirado mal o me hayan dejado de tratar como antes. Como ejemplo, el pasodoble de la comparsa Los seductores con crítica al capillismo y al entorno de lo que se cuece en el mundo cofrade. Pero claro con la Iglesia hemos topado. Esas letras son las que faltan en los repertorios de carnaval, da igual que seas mormón, musulmán o cristiano, o seas del color político que seas: rojo, azul, morado o amarillo. Si algo está mal o piensas que lo está, se escribe y se canta, eso es el carnaval pero a muchos se nos olvida.

En los repertorios que he tenido el honor de cantar nunca ha faltado una crítica tanto política como alguna injusticia de la sociedad. He tenido la gran suerte de compartir mi guitarra con Juambe Cobos al cual nunca se le cayó al suelo la pluma si algo no le gustaba y con el gran Sergio Lanzas. Para mí, Sergio es el mejor autor de carnaval de Málaga que hay, sin menospreciar a los demás. Él, mejor que nadie se ha atrevido a escribir de la manera más dura posible, lo que otros no han sido capaces hoy por hoy. Pasodobles a la política, a la Fundación del Carnaval, a la Iglesia o incluso al papel que desempeña la mujer en la Semana Santa. Nunca le tembló el pulso. Otros lo hacen, pero como él no. Recordaré toda mi vida el pasodoble al alcalde de Málaga cuando éste dijo que había que gastar menos agua y que él podía ducharse con quince litros. Al final le cayó de todo menos agua.

Cuando se va a un concurso fuera de la capital las letras se vuelven aún mas benevolentes "Chiquillo que vamos al pueblo no necesitamos cantarle una crítica a su alcalde, allí nos quieren un montón y tú sabes que ese tío sigue controlando el cotarro y hay que presentarles las letras antes para que él las coteje y vea que no se le critica, además el resto no lo hacen ¿Por qué nosotros si?" y entonces esa crítica que tienes clavada en tu cabeza se vuelve rosa y le escribes a su gente y al entorno, que siempre te trató tan bien, sacando la misma letra lacrimógena y preciosa todos los años. Porque es lo que esperan y es lo que gusta, y a ti, también te satisface.

Es imposible saber qué es lo que quiere el público de ti en una letra, pero siempre que seas honesto con tus pensamientos, lo plasmes en un repertorio y tengas un grupo que te lo defienda, habrás ganado la batalla a todo aquel que crea que eres un sinvergüenza y piense que lo que has escrito es una auténtica basura. Yo prefiero ser un sinvergüenza.

¡¡Viva Málaga señores!!