Con motivo del Día Mundial de la Rabia, que fue este pasado lunes 28 de septiembre de 2015, queremos contarles por qué es tan importante respetar esta vacuna del calendario de vacunaciones de su animal de compañía (ni que decir tiene que hay que seguirlo al completo porque todas las vacunas son importantes, pero hoy nos centraremos en la rabia).

Ser conscientes de la protección que supone para el animal y su dueño la vacuna de la rabia, proporcionará una mejor perspectiva y mayor conocimiento de la necesidad de vacunar contra la misma anualmente. De ahí que comencemos por contar qué es la rabia.

Esta enfermedad es producida por un virus que provoca una encefalomielitis viral aguda (inflamación del cerebro por un virus), que afecta principalmente a los carnívoros. Es complicado su tratamiento y la salvación del animal si este no está vacunado.

Siempre que se habla de virus y enfermedades se indica su extensión demográfica y, con respecto a la rabia, no es diferente. Ésta predomina (y hablamos en todo momento de la rabia canina y felina) en África, Asia, América Latina y Oriente Medio. En Europa y América del Norte está prácticamente erradicada, exceptuando en algunos reservorios salvajes. Esto se debe a los programas de vacunación y la aplicación de cuarentenas estrictas. De hecho, el protocolo para un animal salvaje infectado, según el grado en el que esté la enfermedad, es dormirlo o bien dejarlo en cuarentena estricta 6 meses, vacunarlo de al entrar en cuarentena y una vez más un mes antes de salir de la misma, si los síntomas no se han desarrollado. Si se trata de uno doméstico que está vacunado pero se sospecha que ha estado expuesto, se le vuelve a vacunar y entra en cuarentena 45 días.

La transmisión a personas (porque la rabia es una enfermedad dentro de la categoría de zoonosis, es decir, transmisible a humanos) se ha producido en pocas ocasiones y siempre por mordedura de algún animal salvaje que tiene el virus o aisladamente, por algún animal doméstico expuesto al mismo. Para los humanos existe un suero hiperinmune como tratamiento.

Sigamos con los datos de este virus. Desde el punto de vista epidemiológico, la rabia puede ser canina o felina y de mofetas, mapaches, zorros, murciélagos, es decir, como ya veníamos comentando, doméstica o salvaje. Se dice que si un animal doméstico, por ejemplo el perro, es infectado por uno salvaje, se denomina rabia de mofeta (por ejemplo) en perro.

Su transmisión es por mordedura o por contacto de la saliva del animal infectado en alguna herida reciente o membranas mucosas. Una vez que maneras, se adhiere a las células musculares cercanas al lugar de la inoculación, pasando al sistema nervioso periférico, luego a la médula espinal y finalmente al cerebro y sistema nervioso central. En este punto, se extiende a las glándulas salivales, de ahí que la rabia se asocie a la imagen de un perro agresivo (porque ataca al sistema nervioso) y con mucha baba.

Normalmente no se transmite por el aire salvo en casos excepcionales como encontrarse en una cueva de murciélagos que al batir las alas diseminan las partículas por el aire y éstas al inhalarse, se adhieren al nervio olfativo; o si hay un escape en un laboratorio y las partículas quedan suspendidas en el aire y los trabajadores no van protegidos.

La rabia se divide puede ser de dos tipos:

Rabia Furiosa: animales con una agresividad visiblemente pronunciada.

Rabia Silenciosa: caracterizada por no producir cambios en el comportamiento del animal o mínimamente apreciables, pero manifestándose a través de parálisis.

Una vez producido el contagio, el período de latencia (incubación del virus) puede ser corto o muy prolongado dependiendo del animal. Dicho período se encuentra entre los tres u ocho días (en perros y gatos domésticos) y ocho días en mofetas y otros animales salvajes.

Pero puede darse también que la incubación abarque de los 21 a 80 días después de la exposición. Se puede volver a vacunar cuando comiencen los síntomas.

Como en estos tiempos y como señalábamos con anterioridad, en Europa y América del Norte está erradicada sobre todo en animales domésticos, resulta más difícil de diagnosticar porque pueden confundirse los síntomas con otras enfermedades o con tendencias agresivas de las que son habituales que traten los etólogos.

Los signos más fiables son la observación de dos aspectos: el comportamiento y la parálisis inexplicable. Una vez que se sospecha que puede ser la rabia, para obtener un diagnóstico fiable se debe realizar una biopsia del cerebro de las zonas del hipocampo, la médula oblonda (la parte de la médula más cercana al cerebro) y el cerebelo. ¿Por qué de estas tres zonas? Porque es ahí donde suele alojarse el virus y donde el estudio del tejido y sus resultados serán más fiables.

Una vez obtenida la muestra, se somete a una prueba de microscopio por inmunofluorescencia, que permite ver si hay reacción entre el virus y los anticuerpos y revelar un resultado positivo o negativo.

Es obligatorio por ley vacunar a todos los perros, gatos y hurones domésticos de más de tres meses, además de ser vacunadas de nuevo cada año.

Vacunar, vacunar y vacunar. No hay más. Es importante seguir el calendario de vacunaciones de nuestros animales de compañía por su bienestar y protección de la salud y, en algunos casos, también por protegernos a nosotros mismos para que no se produzca una zoonosis.

Lo mismo ocurre con las desparasitaciones y las revisiones habituales que se deben realizar en el veterinario, aun no habiendo síntomas de nada. La prevención de la salud en su globalidad es mejor que curar.

Además, siendo todos responsables, que es lo que se debe ser, de mantener a nuestros animales de compañía con buena salud y en un estado de bienestar, crearemos entre todos un ambiente y un entorno saludable donde nos movemos habitualmente, que es nuestra ciudad. (Aplicable igualmente a humanos).

Por cierto, las personas que deben inmunizarse contra la rabia son aquellas que trabajan como veterinarios, funcionarios de control de animales, técnicos de laboratorios de rabia y diagnóstico y los que viajen a países en los que la rabia no esté erradicada.