La mujer más famosa del mundo y una de las más acaudaladas, protagonista del escándalo más sonado de Francia, busca la tranquilidad en Mallorca. Liliane Bettencourt, heredera del imperio L´Oréal, aterrizó el viernes por la tarde en la isla, adonde se desplazó desde París en vuelo privado, acompañada de un gran séquito de personal que incluye médicos que no pierden de vista su frágil salud.

Sin perder un minuto se dirigió a su casa de Formentor, el mismo día en que ponían en libertad a su amigo, el fotógrafo François-Marie Banier, que fue detenido el pasado jueves para ser interrogado sobre la supuesta financiación ilegal de UMP, partido del actual presidente francés, junto al gerente de la fortuna de Bettencourt. Banier, conocido fotógrafo de ricos y famosos y afamado por su currículum de amoríos con mujeres mayores, fue acusado por Françoise, la única hija de la multimillonaria, de haberse aprovechado de la debilidad de Bettencourt, de 87 años, para hacerse con unos 1.000 millones de euros en regalos. Lo que empezó como una disputa entre la mujer más rica de Francia y su descendiente a propósito de su fortuna derivó, a partir de unas grabaciones de conversaciones en casa de la magnate, en un enorme escándalo de evasión de impuestos y financiación ilegal de la campaña de Nicolas Sarkozy, que podría incluso costarle el cargo al mandatario francés y que ya ha motivado la dimisión como tesorero del partido de su ministro de Trabajo.

La vecina discreta

Nadie en Formentor sabe nada ni cuenta nada sobre Liliane Bettencourt. El chalé en el que lleva pasando más de treinta años de veraneo es la perfecta metáfora de la confidencialidad que rodea su figura: cuesta encontrarlo, casi sepultado bajo una vegetación de pinos gigantones y varias láminas de brezo que lo aíslan de la carretera. El lugar perfecto para esconderse.

Liliane Bettencourt no ha faltado en tres décadas a su cita con el verano de Mallorca, a partir de la segunda quincena de julio. Antes de la muerte del marido, en 2007, la pareja siempre había destacado por su invisibilidad en Mallorca (es decir, no iban a las fiestas; en eso hay quórum), a pesar de llegar acompañados de una quincena de personas entre criados, cocineros, chófer, marinero, doctores y demás staff. Incluso otros propietarios de la urbanización les recuerdan amables en las reuniones de vecinos. Nunca faltaban a ninguna y en ocasiones iban acompañados de una traductora. Algunos residentes de la zona invocan a su marido André porque combatió la ampliación que se proyectaba del hotel Formentor, ya que podía cegarle la panorámica que disfrutaba desde su villa.