"El desconocimiento es uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos". Así de claro se pronuncia el presidente de la Asociación Síndrome de Down de Málaga (Down Málaga), Francisco Muñoz, que defiende a capa y espada la capacidad de las personas con este síndrome.

La organización, además de las múltiples actividades y servicios que ofrece, está inmersa actualmente en nuevos retos. Uno de ellos es la inserción laboral del colectivo. Hace ya tiempo que trabajan en este programa y hoy día han ´logrado´ que once de sus asociados tengan empleo.

"Pensamos que todos son capaces. Nosotros creemos en todos ellos. No somos nadie para rechazar o determinar lo que pueden hacer o lo que no", declara. A partir de ahí son muchas las posibilidades, ya que se trata de encontrar el trabajo adecuado para cada chico. Para ello es fundamental la labor de los preparadores laborales de la asociación. En este momento cuentan con tres, explica.

Francisco le recuerda a las empresas que contratar a una persona discapacitada supone importantes ventajas fiscales, y comenta que, de hecho, las de mayor volumen de trabajadores, las grandes firmas, están incluso obligadas a emplear a un porcentaje de personas en este cupo, por lo que resalta que fundamentalmente los puestos laborales que logran son principalmente en estas sociedades. En este punto destaca el compromiso de Eroski, Decathlon, el hotel Don Curro, el Registro de la Propiedad o Carrefour, que han empleado a personas con síndrome de down.

"Hay muchos tipos de trabajo y hay que ver las capacidades. A nosotros este programa nos supone mucho esfuerzo económico, por lo que exigimos un compromiso de contratación por parte de la empresa una vez finalice el periodo de prácticas", resalta.

Francisco lanza un mensaje claro a la sociedad en general y a los empresarios en particular: "Que apuesten por ellos, que son personas igual que el resto en lo que a trabajo se refiere. Cuando vean lo capaces que son se darán cuenta de que no se van a equivocar si los contratan", abunda, aunque también admite que no es todo de color de rosa.

Guadalupe Orellana. 23 años. Camarera del hotel Don Curro: «Le tomo la comanda a los clientes y les hablo en inglés si es necesario»

"Yo le tomo la comanda a los clientes. Les pregunto si quieren un té, un café o una manzanilla y se lo digo al compañero que está en la barra. Monto las mesas antes del desayuno, retiro los platos y vuelvo a montar las mesas después". Éstas son algunas de las funciones que Guadalupe Orellana, con síndrome de down, desempeña cada día en el hotel Don Curro de la capital, donde tiene un contrato indefinido.

Esta malagueña reside con su padre y es todo un ejemplo a seguir. Madrugadora, trabajadora y cumplidora. Cada día se levanta a las seis y media de la mañana. No le gusta llegar tarde, dice. De hecho, suele estar antes de tiempo en el hotel para cambiarse de ropa tranquilamente y enfundarse su vestimenta de camarera: chaleco negro, pantalón negro y camisa. "Yo estoy contentísima. Me encanta el trabajo", afirma. A las siete y cinco de la mañana ya está en la parada del autobús y a las y media llega a Alameda-Larios y encara su habitual recorrido caminando hasta el hotel Don Curro.

Guadalupe se expresa con desparpajo, seguridad y alegría y explica que solicita además a los clientes el número de habitación y les habla en inglés y francés si es necesario, ya que se defiende en estos idiomas. También tiene algunas nociones básicas de japonés, alemán e incluso italiano, asevera sin complejos, como saludar, dar los buenos días o las gracias, conocimientos que demuestra con soltura y sin vergüenza, para que no quede ninguna duda.

"No he tenido ningún problema con los clientes y espero no tener ninguno", indica. Además, dice que sus compañeros son "todos majos". José Luis, Miguel, Antonio, Pedro, Mari Ángeles y Manoli y su jefe "máximo", Pablo Egea. A todos les está agradecida.

"Los clientes me tratan muy bien. Algunos incluso me felicitan", narra orgullosa. Guadalupe es un claro ejemplo de que las personas con síndrome de down pueden desempeñar un trabajo y desarrollar una vida normal. Es la historia del esfuerzo, la superación, ilusión y el empeño.

En este sentido, el presidente de la asociación de síndrome de down de Málaga, Francisco Muñoz, destaca que previamente el asociado recibe formación. "Durante las prácticas anteriores al contrato laboral está tutorizado en todo momento por el preparador laboral para superar escollos o incluso adaptar el trabajo en cuestión a la persona. Una vez ya es contratado el nuevo empleado es supervisado por su preparador y acude cada miércoles también a la asociación para solventar posibles problemas o reforzar aspectos de su tarea", comenta.

"A una persona sin este síndrome nuestra capacidad se nos supone, pero ellos encima tienen que demostrarlo", afirma.

Javier López Requena. 22 años. Empleado de Decathlon: «Cuando me dijeron que tenía un contrato me emocioné mucho»

Javier, de 22 años, ha logrado un contrato en la tienda especializada en la venta de prendas de vestir y complementos deportivos Decathlon. Trabaja en la ubicada en el centro comercial Rosaleda. Cualquier cliente que deambule por los diferentes pasillos puede hallar a este simpático malagueño que le ayudará a encontrar lo que busca.

Javier ordena las zapatillas deportivas y las prendas por números y vela por que todo esté adecuadamente colocado en las estanterías. Tras el correspondiente periodo de prácticas ha sido contratado por un año. "Estoy muy feliz por tener mi trabajo. Cuando me dijeron que tenía un contrato me emocioné mucho. Yo y Rocío (su preparadora)", relata. Javier trabaja de ocho a doce normalmente. Se levanta a las siete menos cuarto y se marcha con su padre, que le lleva hasta el trabajo. Cuando finaliza su jornada coge el autobús y se va para casa. "Mi madre me ha enseñado a coger el autobús. Yo soy capaz de llegar a todos sitios", indica este joven con síndrome de down.

"En el trabajo estoy muy contento y con mis compañeros también y con mi jefe. Le doy las gracias a todos ellos", declara.

En este punto, el presidente de la asociación Down Málaga, Francisco Muñoz, lamenta que es un programa costoso. Además aunque cuentan con apoyo de las administraciones, éste suele ser escaso, por lo que la actividad la mantienen principalmente gracias a los bolsillos de los familiares de los asociados.