Uno de cada tres profesores de la provincia de Málaga padece problemas de estrés y ansiedad como consecuencia de la relación que mantiene con sus alumnos, a menudo enrarecida por las amenazas y la violencia, según un estudio de UGT.

El estudio, basado en encuestas formuladas a 1.300 docentes, concluye que el 37,5 por ciento del profesorado acusa altos niveles de angustia y que sólo cinco de cada cien desarrolla su trabajo sin distorsiones ni presión por las actitudes que se registran en el aula. La proporción de mujeres afectadas por este tipo de patologías es superior a la de los hombres, sostiene el sindicato.

El elevado porcentaje de docentes intimidados se comprende con otros datos recogidos en el estudio, que recoge que el 7,4 por ciento de los profesores afirma haber sido víctima de agresiones en alguna ocasión. Un dato que, a pesar de su gravedad, se eriza con otros puntos abordados por el informe. Es el caso de los abusos continuados: un dos por ciento reconocen que los golpes se suceden, al menos una vez, al mes.

El trabajo de UGT ofrece otras observaciones preocupantes y de mayor incidencia de la que, en principio, se podría presumir. Casi un tercio del profesorado asegura recibir amenazas y el 5,7 por ciento señala que las intimidaciones se producen con frecuencia. En concreto, más de una vez cada cuatro semanas.

La violencia es el principal motivo de estrés entre los docentes que participan en la muestra, que se sienten partícipes de una comunidad poco dada al sosiego y a la convivencia pacífica. Entre los temores más repetidos por los docentes, aparece el miedo a sufrir una agresión, la falta de respaldo de buena parte de los padres de los alumnos y el temor a presenciar abusos entre los propios alumnos.

Más de la mitad de los profesores confiesa su preocupación por recibir golpes, lo que para UGT revela las dificultades laborales del colectivo, acostumbrado a enfrentarse a un ambiente que consideran amenazante e inseguro.

A pesar de la expresividad de los datos relativos a agresiones, el estudio resalta que los comportamientos más habituales en el aula están relacionados con las interrupciones continuas de la clases, las gamberradas, la falta de respeto a la autoridad y la tendencia a sabotear el trabajo. Se trata de los denominados comportamientos disruptivos, que tienen lugar en la mayoría de los centros, de acuerdo con el 34,1 por ciento de la comunidad docente. Una proporción aún más alta, el 56,5 por ciento, señala que este tipo de conductas se repiten con una asiduidad alarmante, más de una ocasión al mes.

En lo que respecta a la relación con los compañeros de trabajo, los niveles de virulencia se aplacan, aunque tampoco se antojan insignificantes. El 16,8 por ciento de los profesores de Málaga insiste en que entre la comunidad discente se producen insultos de manera puntual y el 15,3 por ciento dice haber sufrido maltrato psicológico por parte de compañeros.