Discreción, modestia y entrega en el trabajo caracterizan a esta malagueña, licenciada en Filología Hispánica, doctora en Historia, académica de San Telmo, de la Malagueña de Ciencias y correspondiente de la Historia -nombrada junto a Charo Camacho- que se jubiló el pasado 1 de julio. María Isabel Vila le sustituye en el puesto en el que ha estado los últimos 15 años, de un total de 35 en el Archivo Municipal.

Su vinculación con el Ayuntamiento viene de lejos.

Mi madre fue una de las tres primeras mujeres en entrar en el Ayuntamiento. Entró en el año 25, era auxiliar técnico de Farmacia y trabajó en la Farmacia Municipal, donde conoció a mi padre, que también era auxiliar técnico.

Así que, como su segunda casa.

Sí, mi padres trabajaban por la tarde y hacían guardia sábados y domingos y me iba con ellos. Recuerdo haber jugado a la pelota en el patio del Ayuntamiento y no sé cómo están las vidrieras sanas (risas).

¿Cuándo empezó a trabajar en el Ayuntamiento?

A mi padre le dio un glaucoma y perdió muchísima vista. Como la Farmacia Municipal era su vida, para que pudiera seguir trabajando le estuve ayudando desde los 15 años, así que de una forma natural sacaron oposiciones de auxiliar técnico, las gané y comencé a trabajar en la Farmacia en 1966. Allí estuve 12 o 13 años.

Y el Archivo se cruzó en su vida.

Al jubilarse mis padres ya era licenciada, había estudiado en la Universidad en Nocturno y pensé en la posibilidad de irme al Archivo Municipal.

¿Qué le animó al cambio?

Siempre me han gustado los libros, la literatura me encantaba y veía que era un ambiente que a mí me iba a gustar, aunque entonces no tenía ni idea de lo que era el Archivo. Estudiando la carrera, sólo fui una vez al Archivo para hacer un trabajo sobre un autor malagueño.

Fue además la primera mujer en entrar a trabajar en el Archivo Municipal

Creo que fue en 1978. En esa época seguía en el edificio del Ayuntamiento y empezaron a abrir por la tarde cuando yo llegué porque entonces sólo había dos ordenanzas.

¿Con qué Archivo se encontró?

Todo el mundo habla de lo mal que estaba pero yo no lo recuedo así. Era otra cosa, tenía un encanto especial, con una mesa que luego pude restaurar de hace dos siglos para ocho personas. Era un ambiente muy especial. Entonces estaban haciendo la tesis doctoral Charo Camacho, Siro Villas, Teresa Sauret... todos los profesores de la Universidad. El Archivo me gustó desde el primer momento.

Se ve que ha disfrutado en su trabajo.

Ya el primer día vi aquello y me fascinó. He disfrutado muchísimo.

Y además, le ha permitido investigar.

Existe la teoría de que el archivero no debe investigar pero pienso que así facilito el trabajo a los demás por conocer los fondos doblemente, como archivera y como investigadora. A veces me encontraba un documento, pensaba en un profesor especializado en ese tema y le llamaba para comentárselo.

¿Qué materia le ha gustado más?

Es curioso porque Alfonso Canales dijo una vez, creo que cuando entré en la Academia de San Telmo, que tenía predilección por los temas lúdicos porque había investigado los cines, los balnearios, la Feria... pues si, es verdad, pero no ha sido a propósito. El cine por supuesto que es una afición que he tenido de siempre, pero también he escrito la historia de las cárceles de Málaga, que no es un tema muy lúdico.

¿Se ha quedado pequeño el actual Archivo tras 23 años?

Por supuesto, pero hemos conseguido, cuando estaba Maribel Vila de jefa de negociado del archivo administrativo, tener una empresa contratada y toda esa documentación de las oficinas va a unas naves, pero la gestión sigue siendo absoluta del Archivo, porque aquí está el Archivo Histórico, aparte de la biblioteca, la hemeroteca y el archivo gráfico. Con los años deberá buscarse otro sitio porque esa nave que tenemos hay que pagarla.

¿Le ha gustado más ser archivera o directora del Archivo?

En realidad el cambio casi no se notó, fue de una forma muy gradual. De hecho, hubo un concurso y no se presentó nadie más que yo. Y la verdad es que he tenido hasta ahora un gran equipo al que le gusta su trabajo y los aprecio muchísimo. Además, el Archivo me ha dado a mí mucho también. La verdad es que he cogido la mejor época porque nombraron concejal de Cultura a Antonio Garrido, a quien le gustaban mucho los libros y luego Juan Ignacio Montañés estuvo 12 años de director. Y tengo que reconocer que los siguientes concejales, Diego Maldonado, Miguel Briones y Damián Caneda, con la actual directora Susana Martín, me han tratado con un respeto y cariño inmenso. He tenido esa suerte.

¿Cómo marcha la digitalización de los fondos?

La de las fotografías ha sido un éxito enorme. También toda la prensa histórica hasta 1937 está digitalizada con objeto de ponerla pronto en la página web. No se trata sólo de poner una imagen detrás de otra, sino un trabajo increíble de catalogación. Además, se han digitalizado las actas capitulares desde 1489 a 1705 para poder consultarlas en la web. Será ya el siguiente paso.

¿Y tras la jubilación?

Esto ha sido mi vida y le he dedicado el cien por cien. Por supuesto que seguiré investigando.