Miguel Sánchez fundó su cadena hotelera en 1987 en Torremolinos, con el apartotel Aguamarina (hoy día anexo al Amaragua) y los apartamentos Alay. Para entonces ya acumulaba 25 años de experiencia en el sector que le permitieron crecer rápidamente y expandirse a lo largo de la Costa del Sol, pero centrado en Torremolinos.

Ha llovido mucho desde 1987. ¿Cómo ha cambiado el sector?

Ha cambiado en un giro de 90 grados. Lo que era entonces el turismo y la costa no tiene que ver nada con lo que hay ahora. Yo echo en falta la industria del ocio que había, donde el cliente se pasaba dos semanas aquí y no se aburría en absoluto porque tenía actividades en la calle de todo tipo. Además, también se podía andar mucho más tranquilo por todas partes. Lógicamente, esto tiene una parte buena y otra mala. Lo normal es que las cosas crezcan y evolucionen, pero el problema que yo veo es que este crecimiento no se hiciera ordenadamente, que no se hiciera una ordenación del suelo en los años 70 o cuando se veía lo que podía dar de sí toda la Costa del Sol y Andalucía. Ahora no nos encontraríamos con esta mezcla de cosas que en algunos casos molestan unas a otras. Es decir, en un lado estarían los hoteles de cinco estrellas, en otro los de cuatro, en otro lado los campos de golf y en otro las viviendas. Habríamos conseguido así tener unos segmentos más singulares.

¿Y cuál sería ahora la solución para mejorar el sector?

Tenemos que empezar por la ornamentación de los municipios y el equipamiento de las empresas. Tenemos que invertir en innovación y formación, tenemos que seguir dando la calidad en los servicios y en el equipamiento. Con esfuerzo se puede intentar y mejorarlo. También tenemos que atraer a esos países que no están sufriendo tanto la crisis y tienen un crecimiento espectacular como son los escandinavos, ya que en invierno los hemos perdido y hay que recuperarlos. Por otra parte, somos la zona con más campos de golf que hay y turísticamente no se aprovechan. No hay conexión entre los campos y el hospedaje, por lo que habría que preparar paquetes conjuntamente, desde septiembre hasta mayo, para que al cliente que venga a jugar al golf le salga más favorable en precio y comodidad. De hecho, he iniciado conversaciones con la Asociación de Campos de Golf de Andalucía para llevar a cabo esta iniciativa. Si queremos empezar a romper la estacionalidad tenemos que empezar a crear cosas que antes ya existían y han desaparecido, como el turismo de congresos y convenciones, o el turismo deportivo.

Entonces, ¿ve necesaria la unión empresarial?

La unión de los empresarios sería una de las soluciones. Tenemos que elaborar nosotros mismos los planes que necesita el sector y tenemos que hacer las campañas de publicidad de otra forma. Con esto no quiero decir que las realizadas hasta el momento estén mal hechas, pero las cosas cambian y la publicidad debe cambiar también. Estamos en un momento en el que no podemos perder más tiempo, ya que han aparecido países receptivos turísticos en el mundo entero y hacen las cosas evitando los problemas que han existido en otros sitios, obviando lo que no ha funcionado. Con lo cual, nos llevan una ventaja. Por eso, es el momento de hacer reflexiones muy serias entre los empresarios y transmitírselas a los políticos para que las ejecuten.