Los abuelos no son sólamente el pilar moral de las familias o los canguros de emergencia. La crisis, el aumento de las tasas de paro y la generalización de hogares que se quedan sin recursos está provocando que las pagas de la jubilación de los más mayores se estén convirtiendo en un salvoconducto para hijos y nietos, a pesar de que ellos también son unas de las principales víctimas de los recortes sociales.

Al menos así lo avala el informe de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP), que señala que el 40,4% de los jubilados españoles destinan parte o toda su paga la supervivencia de la economía familiar. Los autores del estudio aseguran, además, que la situación es compartida «por familias de todo el territorio nacional».

En el caso de la provincia malagueña, donde el 44% de los desempleados son de larga duración y por tanto supera los registros nacionales, todos los indicios apuntan a que esa tasa del 40% de pensionistas que destinan su paga al sustento familiar se cumple sobradamente. No obstante, si cruzamos dicho índice con el último registro de pensiones en vigor (datado a 1 de agosto de 2012) nos encontramos con 75.119 pensionistas malagueños que reciben una paga por jubilación o viudedad de una muestra total de 234.328 que cobran algún tipo de pensión en la provincia. El dato aumentaría sensiblemente si tiene en cuenta que un gran porcentaje de los 35.273 perceptores de una paga por incapacidad permanente también entrarían en el grupo.

Por otro lado, cabe destacar que algunos de los pensionistas pueden intentar ayudar a dos o más hijos, agravando una situación ya de por sí dramática. La crisis aprieta y las familias no tienen otra que aprovechar cualquier recurso que tienen a mano.

El informe de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España sitúa al agudizamiento de la crisis como principal causa de la situación, ya que los autores del estudio apuntan que hace sólo dos año la tasa de abuelos que ayudaban económicamente con su paga era del 15 %. Así, los casos de este tipo se han multiplicado por cuatro en los dos últimos ejercicios. La situación es similar en la mayoría de ocasiones: sin una fuente de ingresos alternativa, el abuelo comienza a ayudar en los gastos cotidianos. Si la problemática se alarga, no duda a la hora de afrontar pagos de mayor envergadura, como los plazos de hipoteca o parte del alquiler de la vivienda.

Los abuelos aumentan el gasto en comida para ayudar. Aunque los casos extremos hablan de parejas con hijos que pagan la hipoteca de su vivienda gracias a las cantidades que reciben de las pensiones de sus padres, lo cierto es que las ayudas económicas procedentes de las pagas de jubilación de los más mayores se destinan la mayoría de veces a los gastos más primarios.

De esta manera, la edición 2011 del Panel de Consumo Alimentario confeccionado de forma anual por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente confirmó que durante el año pasado los ciudadanos españoles mayores de 65 años compraron un total de 957 kilos de comida al año, lo que supuso un aumento del 3 por ciento respecto a la misma cifra del informe editado en el año 2010.

Los huevos, el pescado, el pan, las hortalizas y frutas frescas, el aceite de oliva, las legumbres y los vinos con denominación de origen fueron las viandas elegidas por los más mayores para llenar despensas y neveras, en un claro guiño a un menú saludable y destinado a toda la familia.

En un contexto general de descenso en el consumo, el hecho de que los abuelos decidan comprar más ilustra claramente un escenario de ayuda a los hijos en la cesta de la compra, dándose casos en los que toda la familia acude de forma diaria a comer a casa de los abuelos.

De hecho, tanto las parejas con hijos pequeños -con una disminución del gasto del 5 por ciento- y los hogares con descendientes en edad mediana -un 7 por ciento menos en el desembolso por la cesta de la compra- decidieron concentrar su gasto en comida, derivando el dinero a otros gastos.