La rebelión de las batas blancas ha llegado a las consultas, a las unidades de cuidados críticos, a las urgencias y a los laboratorios de los hospitales. La crisis económica ha sumido a la sanidad pública malagueña en un caos organizativo en el que más de 250 personas han perdido su empleo sólo en la capital después de décadas al servicio de los usuarios del sistema de salud.

El Complejo Hospitalario de Carlos Haya no ha contratado a 43 profesionales que ejercían distintas labores en el centro sanitario, en el Materno Infantil y en el Civil. Por otro lado, el Clínico Universitario ha prescindido de 190.

Por este motivo, desde que antes del verano se anunciasen los recortes en sanidad, los médicos de la capital se manifiestan una vez a la semana para que los usuarios comprendan que su inseguridad laboral repercutirá, antes o después, en la calidad de la asistencia que reciben.

De este modo, el presidente de la Junta de Personal del Complejo Hospitalario Carlos Haya, Juan Antonio Torres, explicó a este periódico que al margen de la bajada de retribuciones y la ampliación de horas, el centro sanitario ha dejado de contar con 43 empleados, por lo que la carga de trabajo se ha incrementado notablemente. «Todos los profesionales han asumido diez horas de trabajo más al mes, pero ahora se les está destinando a cubrir plazas que no se han renovado y que en muchas ocasiones poco tienen qué ver con su trabajo habitual», explica el también secretario general de CCOO en el complejo hospitalario.

Desde el 1 de octubre, el centro no solo ha dejado fuera del hospital a 43 trabajadores, sino que ha disminuido las horas de contratos a 263 profesionales estructurales de distintas categorías en un 25%, lo que supone que trabajarán a un 75% y por tanto su sueldo corresponderá a esta cifra y en ningún caso al 100% anterior.

Como ejemplos, el sueldo medio de un médico era de 2.200 euros, y ahora será de 1.650, el de un enfermero era de 1.800 euros y ahora será de 1.350 euros, el de un trabajador social pasa de ser de 1.700 euros a 1.275 y el de un celador, de 1.100 a 825 euros. De los 263 profesionales que trabajarán un 25% menos, un total de 141 son facultativos especialistas, mientras que 36 son médicos de urgencias. A ellos hay que sumar a 30 enfermeros, seis auxiliares, 24 técnicos especialistas, 21 trabajadores de gestión y servicios, un celador y un cocinero. Estos cobrarán de aquí en adelante un 25% menos.

Además de estas reducciones, el SAS dejará de cubrir las jubilaciones, los fallecimientos y las bajas por enfermedad, por lo que el sindicalista augura un año nefasto. «Se ha traspasado la línea roja. Se ha tocado la sanidad básica y muy pronto los usuarios empezarán a percibirlo», añade.

Así, cree que las listas de espera aumentarán «muchísimo». Si hasta ahora se daban las citas para seis meses después, ahora podrían pasar a diez. También cree que podría afectar a los pacientes que acudan a urgencias, porque al reducir el personal de laboratorio aumentará la demora en los resultados de los análisis, con lo que crecerán las esperas.

En cuanto a la hospitalización, indicó que la calidad también se verá reducida, porque se ha prescindido en varios turnos de noche del 50% de los auxiliares o enfermeros, con lo que los pacientes estarán peor atendidos.

Por su parte, el presidente de la Junta de Personal del Clínico Universitario Virgen de la Victoria, que engloba al hospital, al Marítimo y a Barbarela, Francisco Reina, lamentó que de 294 contratos eventuales se ha pasado a 185, con lo que 190 personas han pasado a engrosar las listas del paro.

Los profesionales que han pasado a la situación de búsqueda de empleo pertenecen a distintas categorías, concretamente hay cuatro médicos, 30 enfermeras, 33 auxiliares de enfermería, 13 técnicos especialistas, 18 auxiliares administrativos, cinco celadores y seis empleadas de la limpieza. Además, los que se han quedado, ahora trabajarán al 75%. «Las diferencias hasta el 100% de la jornada de esos 185 contratos hubieran generado aproximadamente 62 contrataciones más al 75%», destacó. A partir de ahora estos se contratarán de mes a mes, mientras que antes la duración oscilaba antes entre dos, tres, cuatro y seis meses, e incluso de un año y a tiempo completo.

En este sentido, Reina asegura que muchos de estos trabajadores ahora tendrán una asignación de menos de 1.000 euros al mes pese a que son personas con décadas de experiencia y con una edad media de entre 30 y 40 años. Asimismo, indica que los ratios han cambiado al haberse reducido las plantillas de profesionales y explica que los que se han quedado ya hacen diez horas más semanales distribuidos por turnos o en dos tardes por semana. «No tiene nada que ver la reducción de jornadas con la disminución de ratios por turnos. Esto es muy duro».

También alerta de que, por ejemplo, en el turno de noche de la unidad de cuidados críticos, donde antes había tres personas, ahora hay dos y que también ha ocurrido en la unidad de recuperación postquirúrgica. «Los trabajadores quieren trabajar y lo hacen lo mejor que pueden, pero la disminución de la ratio hace que se desmotiven y sobrecarguen, y esto puede repercutir negativamente en el cuidado a los enfermos», dice Así, explica que se han dado casos como el de una enfermera de 60 años que trabaja en consultas en Barbarela y que ahora debe acudir varios días a trabajar en una planta del Clínico.

Centros privados. Por otra parte, el responsable de la Junta de Personal de Carlos Haya explicó que los centros privados están aprovechándose de la situación, porque comparten profesionales que se han sido formados por el SAS. «Muchos están haciendo tratamientos quirúrgicos novedosos en la privada, pero esto va en detrimento de la pública», recuerda.