Los vinos de Málaga enamoraron a la zarina Catalina la Grande en el siglo XVIII, sobrevivieron a la devastadora plaga de la filoxera en el XIX y han llegado al siglo XXI con la mejor variedad de caldos de su historia aunque con un sinfín de retos pendientes para asegurar su futuro. El Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen (DO) Málaga y Sierras de Málaga -que también lleva las pasas- cuenta con 37 bodegas inscritas que prevén para la campaña 2012-2013 una producción de seis millones de kilos de uva, una cantidad un 10,5% inferior a la de la campaña anterior debido a la falta de lluvias de los últimos meses. El 40% irá a exportación. El refuerzo de las ventas exteriores, la necesidad de incorporar a los vinos el valor de la Málaga paisajística y turística, la lucha por entrar en la carta de los restaurantes de la Costa del Sol y la feroz competencia de DO consolidadas como Rioja o Ribera del Duero son algunos de los desafíos a afrontar. La Opinión de Málaga y Cajamar reunieron el pasado jueves a una nutrida representación del sector para analizar sus claves de futuro.

Abre el fuego Alicia Pérez-Bryan, la directora comercial del Grupo Jorge Ordóñez -con bodegas por toda España-, que destaca la excelente calidad de los vinos de Málaga pero detecta «un problema de marca». «La uva moscatel de Málaga es de las mejores de España pero cuando llevo el vino fuera hay un cierto rechazo inicial, y no sé por qué pasa eso, quizá porque la imagen todavía no está hecha, y eso es un fallo muy grande», apunta. El otro gran hándicap es que los propios malagueños desconocen el valor y las características de sus propios vinos y los consumen poco. De hecho, Jorge Ordóñez vende principalmente el vino de Málaga en Estados Unidos, unos clientes que se muestran «muy sorprendidos» cuando descubren que los caldos malagueños no son profetas en su propia tierra.

El secretario del Consejero Regulador de las DO Málaga y Sierras de Málaga, José Manuel Moreno, reconoce la complejidad de un sector con pocas bodegas y de dimensión insuficiente para tener una presencia potente en un mercado de gigantes. La escasa dimensión no es óbice para triunfar, como demuestra una denominación de origen como Priorato (Tarragona), pero sí limita la capacidad de promoción.

«Tenemos un producto del más alto nivel, pero nos falta valor añadido. Deberíamos vender conjuntamente el paisaje de Málaga, su naturaleza, transmitir ese mensaje adecuadamente a los mercados. Otras denominaciones de origen venden su vino en Málaga y nosotros, en cambio, hemos tenido de siempre una tradición más exportadora o ligada a establecimientos como las tabernas. Pero el hábito del consumidor ha cambiado y también el propio consumidor, que ahora es más cultivado y que busca experiencias nuevas. Ése es nuestro comprador y tenemos que ir a buscarlo», explica Moreno.

El responsable de la Bodega Descalzos Viejos de Ronda, Francisco Retamero, apunta que negocios como el suyo están realizando una buena tarea de promoción y una política de precios competitiva convirtiéndose en «vinos de culto» para un selecto grupo de consumidores, que atesoran sus botellas como algo valioso. Sin embargo, admite que la falta de tamaño les condena a «una guerra de guerrillas» frente a los gigantes del sector, presentes en otras denominaciones de origen y con muchísimos más recursos. «No podemos competir con sus mismas armas», asegura.

Por su parte, el enólogo Ángel Martín afirma que la clave del vino de Málaga debe ser la fidelidad a las variedades autóctonas, tanto en la DO Málaga como en Sierras de Málaga. «La moscatel de la Axarquía tiene una amplitud de vinos de muchísima calidad pero, sin embargo, la Pedro Ximénez es la gran olvidada, cuando tiene una calidad impresionante para vinos naturalmente dulces», asegura. Martín opina que el mayor problema de los vinos de Málaga es que un par de marcas -y cita el caso del popular Pajarete- se han apropiado de la DO a los ojos del gran público, por lo que el sello Málaga ha perdido valor. Además señala que la nomenclatura y tipologías de los vinos malagueños -variedades, olor, envejecimiento- son demasiado complejos para ser conocidos fácilmente por el público e incluso aprendidos por los profesionales de la hostelería. La relación calidad-precio también la ve «desfasada». Y un tirito también a las administraciones: «Ni los ayuntamientos ni la Diputación ofrecen copas de vino de Málaga y son los primeros que deberían venderlos. En lugar de poner una cerveza que pongan un trasañejo fresco», comenta.

El director general de Bodegas Lara, Juan Lara, ve futuro en el sector pero cita algunos problemas: un precio elevado que habría que hacer «más asequible», una necesidad de apoyo a las marcas y, ante todo, la búsqueda de inversores nacionales o extranjeros para que las pequeñas bodegas malagueñas den un salto de dimensión. «Tenemos calidad pero somos pequeños», dice. También hace referencia al problema de que el vino de Málaga no se vende de forma masiva en la propia provincia, más allá de la semana de Feria. «Tendría que haber eventos de promoción a cargo de las autoridades y presencia en las cartas de los menús. Que no vendamos en Málaga es algo totalmente anormal», lamenta.

El gerente de la Bodega Quitapenas, José Suárez, es partidario de experimentar con vinos de menor graduación alcohólica para buscar a nuevos clientes aunque cree que la clave sigue siendo la exploración de los mercados para captar a nuevos clientes. «Austria es un ejemplo de mercados a los que fuimos hace ya décadas. La relación con el cliente es básica. La tecnología ha cambiado pero sigue siendo fundamental la cercanía al cliente, el invitarlo a Málaga para que conozca nuestras bodegas», relata.

El delegado de la cooperativa Tierras de Mollina, Arturo Jimena, señala que el vino de Málaga, a pesar de ser «la joya de la corona», necesita buscar «oportunidades de consumo» hasta el momento acaparadas por la cerveza, desde la hora del aperitivo a la cena. «Yo hago catas de todos los platos con vino de Málaga, desde el aperitivo hasta el postre. Tenemos mucha variedad y de lo que se trata es de buscar instantes de consumo», apunta. Jimena coincide en que las tipologías de vino de Málaga -trasañejo, dulce natural, naturalmente dulce, etc.- son muy complejas tanto para el consumidor como para el profesional de hostelería, por lo que habría que simplificarlas. Ángel Martín sugiere lo estupendo que sería maridar los tintos de Málaga en verano con los espetos de sardinas y Francisco Retamero recuerda que actualmente se están combinando incluso con la ingesta de chocolate. Alicia Pérez-Bryan comenta la importancia de no encasillar a los vinos de Málaga como acompañante únicamente de postres y José Manuel Moreno cree que todas estas combinaciones hablan de unos cambios de hábito que hay que explotar.

«El consumidor ha cambiado radicalmente, no es tan estereotipado como imaginamos. Quiere experimentar, busca modas y es capaz de tomar un vino seco de Málaga con carne o un dulce moscatel con foie. Está dispuesto a tener nuevas experiencias y tenemos que dárselas» comenta.

Turismo enológico. El debate continúa con referencias a otro problema endémico: el hecho de que Málaga exporte gran parte de sus vinos a granel y no embotellado, perdiendo un valor añadido que se queda las bodegas extranjeras que lo etiquetan como propio. José Manuel Moreno achaca esa práctica a una tradición difícil de erradicar salvo que se prohibiera por vía reglamentaria. «Hay que dar tiempo al tiempo», se resigna.

Y se toca otro punto de máxima importancia. La necesidad de que los vinos de Málaga sean un producto más a vender dentro del engranaje turístico. «El turismo no ha explotado aún el vino, y podemos aportar mucho de la mano de Turespaña y del Ministerio. La Junta de Andalucía también está en ese camino», comenta José Manuel Moreno, con el total respaldo del resto de miembros de la mesa, en especial de Alicia Pérez-Bryan y Francisco Retamero. Este último recuerda la iniciativa que se está poniendo en marcha entre el Consejo y la Junta: la ruta Acevin (Asociación Española de Ciudades del Vino), que incluirá en las rutas de ciudades a Ronda y su entorno. «El turismo enológico mueve a millones de personas en Europa y se trata de unir a bodegas, restaurantes, hoteles, empresas y administraciones», comenta. Se pretende hacer algo similar en la Axarquía.

Alicia Pérez-Bryan insiste en este tema: «Nosotros podemos contar las maravillas del vino de Málaga a nuestros clientes, pero es Málaga la que debe también venderse como un lugar turístico único y con unos vinos exclusivos. La gente quiere historia como valor añadido. Y necesitamos que los restaurantes nos apoyen».

LOS EXPERTOS OPINAN

1. ¿Cuáles son las potencialidades que más habría que desarrollar? 2. ¿Qué debilidades observa en el sector del vino de Málaga?

Ángel Martín, enólogo

1. «Lo mejor es todo lo que se hace con variedades autóctonas, tanto en los vinos Málaga como en Sierras de Málaga. La uva moscatel de la Axarquía tiene una amplitud de vinos de mucha calidad; sin embargo, la Pedro Ximénez es la gran olvidada».

2. «El mayor problema es que una marca o dos se han apropiado de la DO -por ejemplo, el pajarete- y se nos conoce más por ellas que por Málaga. Hay además una nomenclatura muy compleja y los restaurantes y administraciones no ayudan a promocionar».

Francisco Retamero, Bodega Descalzos Viejos

1. «Hacemos una buena promoción en el exterior, demostrando que podemos competir en el exterior. Estamos consiguiendo vendernos como vino de culto, con clientes que hablan bien de ti, que te compran y que guardan tus botellas como un tesoro».

2. «Nuestras bodegas son pequeñas y en el caso de la DO Sierras de Málaga muy nuevas. No podemos competir con otras DO con sus mismas armas. Más bien hacemos una guerra de guerrillas. Hay que explotar el enoturismo y traer al cliente a nuestras bodegas».

José M. Moreno, Consejo regulador

1. «Contamos con la gran calidad del producto, que está al más alto nivel, pero nos falta darle el valor añadido de nuestro paisaje, de nuestra naturaleza. Málaga es tierra de vinos, está en nuestras venas, y se trata de darle al cliente las experiencias nuevas que busca».

2. «Una de las debilidades es nuestra dimensión. Nuestra capacidad de presencia en el mercado se ve limitada por este aspecto. Nuestras bodegas son relativamente pocas y pequeñas. También falta saber rentabilizar el turismo que llega a Málaga».

Juan Lara, Bodegas Lara

1. «Estoy convencido de que los vinos de Málaga tienen un futuro impresionante, aunque nos haya cogido la crisis. La clave debe ser entrar en el canal de los restaurantes y traer a los clientes a conocer las bodegas, algo en lo que debería ayudar la administración».

2. «El precio del vino es muy elevado, debería ser más asequible. Falta apoyo a las marcas. También sería necesario que vinieran inversores de fuera para nuestras bodegas pequeñas, alguien que tirara del sector para hacer algo parecido a lo que hay en La Rioja».

Alicia Pérez-Bryan, Bodegas Ordóñez

1. «La gran fortaleza de los vinos de Málaga es la calidad. Nuestra uva moscatel es una de las que tiene mayor calidad de España. Y el camino pasa por exportar. Hay que buscar al cliente»

2. «Tenemos un problema de marca.

Cuando presento el vino de Málaga fuera siempre hay un rechazo inicial. Y está el problema de que en Málaga apenas se conoce el vino propio. Cuando traemos de visita a clientes de EEUU, donde vendemos mucho, se sorprenden de que aquí la gente no lo consuma. Faltan eventos, maridajes y catas».

Arturo Jimena, Tierras de Mollina

1. «Nuestros vinos tradicionales son la joya de la corona, los mejores del mundo en su clase, pero faltan ocasiones de consumo. La cerveza se lleva todos esos momentos: el aperitivo, la comida, la cena, incluso la hora de la copa. Nosotros estamos apostando por la calidad y por el mimo a la producción y a los propios agricultores. El camino es la innovación y la comercialización».

2. «Tenemos que adaptarnos al gusto del consumidor, al que hasta ahora no habíamos escuchado, bajando por ejemplo la graduación alcohólica. Si no lo hacemos no venderemos ni al público ni a los restaurantes, por mucho dinero en promoción que gastemos o que la Junta nos dé».

José Suárez, Bodegas Quitapenas

1. «Los vinos de Málaga, a través de sus dos DO, tienen mucho que decir pero sólo si trabajamos todos los días y buscamos mercado por todo el mundo. Es clave también cultivar la relación con los clientes, invitándolos a Málaga a conocernos. Los tiempos y las tecnologías han cambiado pero esa cercanía es básica. Hay futuro, aunque pase más por mis hijos y mis nietos que por mí».

2. «Tenemos que evolucionar, hacer vinos de menor graduación como han hecho los italianos o Valencia, con sus Petit Valencia que tienen 6 grados. Nos hemos quedado algo dormidos. Entre nuestros vinos tradicionales tenemos aperitivos muy ricos, pero falta que haya demanda».