Se abrió en 1879 frente al Postigo de los Abades, junto a los balnearios Diana y La Estrella, sobre un saliente que allí formaba la Cortina del Muelle. Era muy amplio en su emplazamiento primitivo, nutriéndose de las aguas de Torremolinos en todas sus dependencias. Disponía de roperos en los departamentos generales, surtidor de duchas para baños de chorro y regadera en las diferentes aplicaciones de esta hidroterapia, un gran salón de descanso y lectura con un piano y un «Diván» con servicio de comidas. Fue el primero que instaló un piano en la terraza.

En 1884 y 1885, el Apolo estuvo en la playa de Pescadería, pero en 1887 se instaló en La Malagueta, entre los balnearios La Estrella y Diana, cerca del solar que más tarde ocuparía el hotel Miramar. Desde ese momento su propietario fue Juan Álvarez Gordillo.

El total de la superficie ocupada era de 800 metros cuadrados, aunque en la memoria presentada a la Junta del Puerto en abril de 1887 se elevaba esta cifra a 1.500, lo que le convertía en el mayor de los baños públicos de Málaga.

Épica contenida

Desde su inauguración, el edificio se construía cada verano en la playa sobre el agua, apuntalado con barras de hierro y madera que avanzaban unos veinte metros mar adentro. Lo sostenía unos pies de madera gruesa sobre los que iban tendidos unos puentes también de madera. La entrada estaba en la plataforma, y a ambos lados, los cuartos reservados y los departamentos de agua fría. Asimismo, había cuartos individuales con pequeñas alberquillas para familias, una para caballeros y otra para señoras y otros con tinas con agua de mar. Dentro de las albercas y de unas estacas a otras se tendían cuerdas o maromas muy gruesas para los bañistas que no sabían nadar. Estos departamentos, separados por ligeras paredes de madera, solían tener su armadura y techo de esteras. Unos simples tablones permitían al público disfrutar de una magnífica terraza.

Como en La Estrella, había, también, baños artificiales al estilo de Carratraca, Alhama, Lanjarón, o Archena, antirreumáticos y tónicos, al precio de 1'50 ptas. por sesión. Por otra parte, el establecimiento ofrecía el alquiler de sábanas, toallas y bañadores.

La permanencia del balneario Apolo en la Malagueta comenzó a peligrar a partir de 1926 debido al trazado del Paseo Marítimo. Así, cuando su propietario pidió permiso para armarlo se le concedió sólo para ese verano. Y en 1927 debió reconocer la propiedad municipal de los terrenos que ocupaban los baños, con un canon de 5 ptas. mensuales, el mismo que tenía señalado los baños La Estrella. En 1929 se estimó que el sitio donde venía emplazándose no era el más adecuado por estar contiguo al comienzo del Paseo Marítimo, debiendo variar el emplazamiento con dirección a Málaga, en las inmediaciones de la batería de San Nicolás. Todavía ese año se le concedió autorización en las mismas condiciones que el anterior, aunque señalando que pasada la temporada de baños desaparecería toda la instalación.

Épica contenida

Viendo los problemas que planteaba su desmantelamiento, el propietario ofreció levantar la parte de tierra para desplazarla entre 25 y 30 metros hacia Poniente, en terrenos adquiridos en 1924, metiéndose en línea con las calles de Tetuán -hoy, Keronnés- y Arenal y llevando el cuerpo de máquinas a la fachada de Poniente, muy próxima al balneario La Estrella, para evitar que los humos molestaran al hotel Príncipe de Asturias. A pesar de todo, el Ayuntamiento volvió a denegar la autorización en 1930 al estar muy adelantadas las obras del Paseo Marítimo.

Posteriormente se comprobaría que las obras del Paseo se encontraban a suficiente distancia del balneario, y en junio de 1930 el Gobernador remitía este informe al negociado de Puertos. Asimismo, la Comisión Permanente del Ayuntamiento manifestó su convicción absoluta de que dicho balneario no estorbaba al tránsito. El humo de las máquinas sí que molestaba al hotel Príncipe de Asturias (Miramar), lo que fue corregido en 1932.

En la solicitud de permiso para 1935 encontramos una serie de datos que nos pueden servir para conocer la situación y extensión del establecimiento. La parte marítima ocupaba una superficie de 620 metros cuadrados, con dos cuerpos o edificaciones: el primero era el departamento dedicado a baños calientes, casa de máquinas y otras dependencias; y el segundo, de superior superficie, estaba formado por dos departamentos destinados uno a alberca para señoras y el otro a la de caballeros.

Entre ambas había una amplia terraza donde se ofrecía el té y un bar al que se accedía por un paso a nivel sobre la vía del ferrocarril. Estos departamentos estaban dotados de botes salvavidas, aparatos de salvamento y servicio sanitario.

En 1936 el balneario Apolo fue construido pese a la inestabilidad política, aunque suponemos que después de los sucesos del 18 de julio, debió utilizarse más bien poco. En cualquier caso, siguió su andadura a través de estos años con altibajos, fruto de los vaivenes políticos y sociales. La predilección cada vez más acentuada por los baños de mar al aire libre y al sol hizo que estos balnearios fueran perdiendo el favor del público. Así, en agosto de 1938, La Estrella renunciaba a la concesión que tenía desde 1926 y clausuró su establecimiento. El Apolo, sin embargo, continuó algunos años más, anunciándose todavía en 1943 en las Guías de Málaga, hasta que finalmente en 1944 se clausuró el local.