Ahí está, inasequible al desaliento y con más vidas que un gato. Más de una vez la han dado por perdida, pero si arrecian las lluvias este invierno lo mismo nos llevamos una sorpresa.

Hablamos de la laguna de Soliva, una antigua cantera de arcilla empleada para las recientes obras de la zona, que las lluvias del otoño-invierno de 2009 rellenaron, en terrenos de las inmobiliarias Edypsa y Myramar, casi lindando con el antiguo vertedero de Los Ruices.

La Plataforma en Defensa de la Laguna de Soliva sigue con más moral que el Alcoyano, con sus contactos y gestiones, pese a que el Ayuntamiento de Málaga no se ha mostrado muy entusiasmado con este nuevo espacio. De hecho, le ha negado toda posibilidad de desarrollo con el increíble argumento de que se trata de un espacio artificial y no natural. Ignoramos qué mente preclara enarboló por vez primera esta memez, porque en Málaga andamos sobrados de espacios naturales de origen artificial (véanse la Desembocadura del Guadalhorce, la laguna de la Colonia de Santa Inés y los Montes de Málaga).

El caso es que, pese a que las propietarias del terreno desecaron la laguna el año pasado, la plataforma, formada por colectivos, partidos políticos y vecinos del Puerto de la Torre, considera que la laguna merece una segunda oportunidad.

También lo cree así la Delegación de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, que esta semana se ha reunido con la plataforma para insistir en algo que cualquier persona normal entendería, salvo si ocupa un cargo municipal: a una laguna recién nacida como esta hay que permitir que evolucione para ver hasta dónde puede llegar.

En junio de 2013, la comisión de Urbanismo rechazó con el voto de los populares proteger este espacio, precisamente porque no le veían valor medioambiental. Hay que recalcar que en ningún momento se ha permitido que esta balsa de agua alcance valor medioambiental alguno, por las prisas que se tomaron en desecarla. Y sin embargo, en los meses que estuvo a pleno rendimiento, aportando una estampa bellísima a una parcela que era un decadente secarral, se llenó de plantas y de vida.

Hay prevista una visita del concejal de Medio Ambiente a la laguna. Quién sabe, lo mismo nuestro Ayuntamiento abandona su postura insensible y empieza a escuchar a los vecinos. No hay que olvidar que el año que viene tenemos elecciones y no es mala idea escuchar las demandas de los barrios.

Lo más llamativo de todo este tira y afloja es que en esta parte de Soliva hay previstos 43.000 metros cuadrados de zona verde, así que sería muy fácil incluir la laguna, protegerla y ver si finalmente cuaja o no.

Confiemos en que la sensibilidad medioambiental termine ganando la partida a posturas carpetovetónicas que, con este horizonte de parón constructivo, resultan más inexplicables todavía. No pongan puertas al campo.