Si otras ciudades andaluzas tenían hermanades salesianas, por qué Málaga iba a ser diferente. Eso fue lo que pensó José Manuel Molina cuendo regresaba en tren desde Córdoba, donde se había celebrado una reunión en la Inspectoría. Junto a un nutrido grupo de antiguos alumnos del colegio de San Bartolomé, dio los primeros pasos para crear la cofradía del Cristo de las Penas. La hermandad celebraba ayer el 25 aniversario de la bendición de su titular, un crucificado de Manuel Carmona y que presidía un espléndido altar de cultos ante la imagen de María Auxiliadora. 25 años aglutinando a los nazarenos de Don Bosco.

Molina, fundador de la corporación y actual presidente de la archicofradía de María Auxiliadora, recuerda que Antonio Domínguez, hermano mayor de Fusionadas, les prestó unos estatutos para que les sirviera de patrón. Que consultaron el libro de Andrés Llordén para buscar la advocación, «aunque si elegimos Penas es porque muchos procedíamos de la cofradía de la Virgen homónima de San Julián», explica. Que desde el primer momento tenían claro que sólo querían procesionar un trono y que estuvieron a punto de establecerse canónicamente en la iglesia de San Felipe. «Finalmente, Alfonso Rosales nos acogió en la Pastora, como regalo a la comunidad salesiana con motivo del centenario de la muerte de Don Bosco en 1988», añade.

La Casa Salesiana malagueña, sin embargo, no veía en principio con buenos ojos la idea de crear una hermandad. «Pensaban que era la ilusión de unos niños que se iba a desvanecer en seguida», agrega Pedro Castro, actual consejero de la cofradía y padrino de la bendición del Cristo, junto a su esposa Gabriela Portugal.

Aquellas previsiones fueron erróneas. Los jóvenes antiguos alumnos viajaron a Sevilla en el verano de 1987, y fueron al taller de Antonio Martín, que por entonces realizaba el trono del Cristo de la Agonía. «Él fue quien nos presentó a Carmona, que trabajaba con él en la realización del retablo de la ermita del Rocío, en Almonte». Y le encargaron el Cristo y el grupo escultórico, tras ver la maqueta en barro que había realizado, pese a que ninguno de los primitivos hermanos le conocían de antes. «Pagamos el Cristo entre cien hermanos, que estuvimos aportando mil pesetas todos los meses durante un año», recuerda Molina.

Castro, por su parte, admite que el acto de la bendición fue un momento de mucha emoción y de mucha alegría. Su vinculación con los salesianos se remonta a su época de estudiante, en Madrid, aunque sus hijos también estudiaron en el colegio de la orden, ya en Málaga. «El Cristo fue muy bien aceptado desde el primer momento», señala.

Por este motivo, la cofradía inició ayer el solemne triduo al crucificado en su sede canónica, el santuario inspectorial de María Auxiliadora. Los cultos tienen lugar a partir de las 19.30 horas y se prolongarán hasta mañana viernes, cuando el Señor estará expuesto en devoto besapié. Este acto también se prolongará durante toda la jornada del sábado. El triduo es oficiado por José Antonio Perdigones Bautista, director de la Casa Salesiana de Algeciras. El domingo, a las 12.00 horas, la hermandad celebrará la función principal de instituto, una eucaristía que será presidida por Felipe Acosta, director de la Casa Salesiana de Málaga, que da la coincidencia que hace 25 años también ocupaba el mismo cargo.

El próximo Miércoles Santo, el ángel que ocupa la parte trasera del trono del Cristo llevará como atributos una gubia y una rama de romero. Un claro guiño al aniversario de la bendición, ya que con una gubia se realizó el Cristo y se bendijo con una rama de romero, como explicó el hermano mayor de la hermandad, Juan Manuel León, que cuando llegó el Cristo a la Pastora apenas contaba con tres años de edad.