­A menos de dos días para que estalle la primavera, la lluvia sigue sin hacer acto de presencia en la provincia. Ni siquiera atraída por los refranes y por la propia naturaleza climática de Málaga, que a estas alturas del curso suele sumar una cantidad de precipitaciones suntuosamente más alta que la que marcan las estadísticas. Desde el pasado 1 de septiembre la capital, por ejemplo, apenas ha recogido 128 litros por metro cuadrado. Una cifra que ya es hasta un setenta por ciento más baja de lo normal para este periodo, en el que la media está fijada en más de 430 litros.

Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), los datos avalan ya este curso como el más seco desde 1994. Hace dos años el invierno dejó también muy poca agua, aunque el balance quedó compensado por un otoño mucho más pródigo que el de este ejercicio. Después de un trienio fecundo en borrascas y aguaceros, Málaga vuelve a pensar en la lluvia como si fuera un animal mítico, algo verdaderamente alejado de esta tierra y de esta época. Y con poca predisposición a volver. Al menos, en los meses que quedan para llegar a octubre y renovar el año hídrico.

De acuerdo con la Aemet, el pronóstico del tiempo no parece que vaya a envalentonarse radicalmente en las próximas semanas en lo que respecta a las precipitaciones. De momento, no hay amenazas de fuertes lluvias. Es más, para corregir la tendencia del curso se requeriría un mes de abril casi monstruoso, con muchos más litros por metro cuadrado de los 42 que aparecen como su valor medio en la provincia. «Es obvio que ya han pasado los meses más húmedos y las cantidades han sido mucho más bajas que las de otras temporadas», resume Fausto Polvorinos, jefe del Grupo de Predicción y Vigilancia de la Aemet en Andalucía.

Los datos de las estaciones pluviométricas son especialmente pobres en la capital, el valle del Guadalhorce y la Costa del Sol Occidental. El interior ha salido mejor parado, aunque también sin cumplir con las expectativas. En Ronda y en Alpandeire, sin ir más lejos, se ha contabilizado hasta el 15 de marzo una cantidad cercana al 60 por ciento de lo que se interpreta como normal en esta fase del año hídrico.

El comportamiento de marzo deja entrever las dificultades que está teniendo la provincia para acercarse a su promedio estadístico. De los 63 litros por metro cuadrado que menciona la serie histórica, no ha habido esta vez noticia. Hasta el punto de que el recuento apenas se despliega más allá del cero absoluto. La sequedad de las dos últimas estaciones se refleja también en las reservas de los pantanos, que si bien se mantienen en un volumen lo suficientemente alto como para no comprometer el consumo -alrededor de 523 hectómetros cúbicos, según la red Hidrosur, al 84,34% de su capacidad- arrastran una pérdida continuada de recursos que ya supera el diez por ciento respecto a mediados de marzo de 2013.

La falta de precipitaciones no es, sin embargo, la única rareza que esta marcando el curso. De hecho, el fenómeno se ha visto acompañado por unas temperaturas más altas de lo normal en el conjunto de la provincia. Desde el pasado septiembre, Málaga cuenta sus meses cálidos o muy cálidos. Y, además, contabiliza un récord absoluto, el de octubre, que finalizó con una media de 21,9 grados, la más alta desde que se iniciaron los registros periódicos, en 1942.

En esto los contadores de la Aemet también se hacen eco de una inercia que ya ha rebasado el nivel testimonial de la anomalía. El cambio de milenio, informa Fausto Polvorinos, marcó una frontera de avance en las temperaturas, que suelen ser más altas que las de las dos últimas décadas. Y que tampoco parecen dispuestas a maniobrar en el futuro más inmediato para sacar a la provincia de su preludio de primavera.

El pronóstico para esta semana deja máximas que rondan los 20 grados centígrados. No obstante, las previsiones, que se irán afinando en los próximos días, apuntan a una ligera caída de las mínimas a partir del domingo. El invierno, sin duda, se despide de la Costa del Sol. Y con el paraguas bajo el brazo, sin uso.