A Plan Ciedes muerto, Plan Ciedes puesto. La valoración del anterior planeamiento estratégico ha servido para definir los retos que debe abordar la ciudad para 2020 y que dejan de lado las grandes actuaciones de infraestructura y ahondan en buscar la internacionalización de Málaga y trasladar a los barrios la actividad cultural y de los emprendedores.

Las nuevas tecnologías, el desarrollo sostenible y los transportes no contaminantes forman algunas de las claves del nuevo Plan Ciedes, que insiste en el concepto de reindustrialización como solución a medio plazo a la dependencia del turismo y la hostelería. Eso sí, una reindustrialización no contaminante y basada en las nuevas tecnologías, aprovechando la plataforma del Málaga Valley y buscando la colaboración exterior.

En este punto entra esa vocación internacional que aparece con insistencia en las cuatro líneas de trabajo del Plan Ciedes hasta 2020. Tanto la ciudad litoral como la cultura, el conocimiento o la regeneración urbana forman los cuatro ejes del planeamiento estratégico de la ciudad y en todos se coincide en la necesidad de que Málaga se afiance en el panorama internacional, ya sea para atraer proyectos de inversión, como banco de pruebas de nuevas tecnologías, para mejorar las exportaciones o mejorar la imagen de la ciudad.

Esa visión exterior se compensa con una mirada hacia dentro. Los barrios aparecen como objeto de desarrollo futuro. Desde proyectos concretos como el SOHO hasta conceptos más generales como extender al resto de la ciudad las iniciativas culturales y de creación de empresas innovadoras, ante la percepción de que estas actividades están demasiado centralizadas.

Se aprecia un importante cambio de concepto en el Plan Ciedes respecto al primer planeamiento. Las grandes obras pasan a un segundo plano y se apuesta más por la gestión, aprovechar la infraestructura existente y potenciar la creación de empresas. Ya no interesan tanto inversiones millonarias, sino aprovechar lo que se ha realizado.

Esto tiene una consecuencia inmediata en los retos que se plantean para 2020 y es que las obras que se recogen se podrían considerar como un listado de actuaciones no ejecutadas. Una solución para el cauce del Guadalmedina, la regeneración de los Baños del Carmen, continuar con la peatonalización, la conexión ferroviaria con el litoral, conectar el metro y la EMT, resolver la llegada del metro al Centro Histórico y al PTA, construir un auditorio para grandes conciertos, mejorar los problemas del ruido en los barrios, nuevos puertos deportivos (San Andrés y El Morlaco), el saneamiento integral, el parque de Arraijanal, la ciudad aeroportuaria, las tecnocasas o fomentar el uso de la bicicleta constituyen los aspectos más llamativos de los retos para 2020. ¿Les suenan? Son actuaciones que han protagonizado muchas promesas y negociaciones entre las administraciones.

Apenas hay novedad, sino un reconocimiento implícito del fracaso de determinados proyectos que no han sido acometidos, bien sea por la falta de acuerdo o por el impacto de la crisis, que ha vaciado las arcas de las administraciones.

Para encontrar novedades hay que mirar hacia aspectos concretos, como la política cultural. El desarrollo de los últimos años ha planteado la necesidad de parar el crecimiento de la oferta y empezar a desarrollar iniciativas para aprovecharla, como un pase único para los distintos museos de la ciudad, desestacionalizar la programación cultural, dar a conocer la oferta a nivel internacional o buscar el mecenazgo, entre otras propuestas. En resumen, se reconoce la necesidad de desarrollar un plan estratégico que, aunque no defina las necesidades de la oferta a crear, al menos se centre en aprovechar la infraestructura disponible.