La Universidad de Málaga tiene previsto duplicar en los próximos meses el presupuesto anual dedicado a fomentar la investigación, que a partir de ahora se canalizará a través del primer plan de transferencia puesto en marcha en la la historia de la institución, un documento novedoso que, según la UMA, servirá para democratizar el acceso a las ayudas en todos los estamentos que forman parte de la carrera académica del alumnado y de los investigadores.

Este proyecto estratégico cobra aún más importancia, cuando el rector de la Universidad de Málaga, José Ángel Narváez, desveló el viernes en la inauguración del curso académico de la UMA la falta de financiación y la parálisis de los proyectos de investigación por parte de la Junta de Andalucía.

De acuerdo con Teodomiro López, vicerrector responsable del área, las primeras subvenciones saldrán en convocatoria pública en los próximos meses, si bien no será hasta el próximo año cuando se complete el grueso de la oferta, con una dotación presupuestaria que, en sus cálculos iniciales, se intuye en más del doble de la del último ejercicio, cifrada en 1,1 millones de euros. Una cantidad aportada íntegramente por la universidad y que, en ningún caso, insiste López, influirá en la percepción del programa de becas impulsado anualmente por el Ministerio de Educación y la Junta de Andalucía.

El aumento del presupuesto se corresponde con un cambio de dirección en la política de incentivos asumida anualmente por la UMA, que se ha decidido por ampliar las condiciones de acceso a las becas y, sobre todo, por insistir en el que muchos reconocían como punto débil del entramado investigador: la conexión real con la economía y el traslado de los proyectos a la sociedad y al mundo empresarial.

Cambio de rumbo. Es este último punto, explica el vicerrector, el que otorga el carácter innovador al plan y justifica una ruptura con el planteamiento vigente hasta este año. Un golpe de timón que aparece ya declarado en el aspecto nominativo, en el nombre del plan, que hace descansar el énfasis en el adjetivo «propio» y muy especialmente, en la palabra «transferencia» , que describe la capacidad para rebasar las fronteras, muchas veces ensimismadas, del universo académico y penetrar con influencia y efectos reales en el tejido económico y social.

Teodomiro López evidencia la filosofía del programa en algunas de las nuevas categorías de subvención, que lejos de detenerse en la realización laboriosa de los proyectos, tratan de abarcar también su salto comercial. En este sentido, y traducido al ámbito científico, el plan incorpora líneas de ayuda que contemplan el registro de las patentes e, incluso, el desarrollo de los primeros prototipos, que resultan claves para la introducción en el mercado. En cuanto a la eliminación de las restricciones para beneficiarse de las becas, el vicerrector habla sin tapujos de «universalización». «Teníamos muy claro que no queríamos que siguiera habiendo investigadores de primera y de segunda, personas que compartiendo laboratorio y realizando prácticamente la misma función pudieran aspirar a nuestras ayudas y otras que no», resalta.

El análisis de fondo que inspira este primer libro blanco de estímulos con fondos propios para la investigación se fundamenta en una diversidad de subvenciones que tiene como objetivo abarcar toda la trayectoria del profesional: desde los inicios en el medio, con contribuciones dirigidas a alumnos de máster o de final de grado sin experiencia previa, a profesores doctorados y asociados. Y lo mismo ocurre con el motivo de las becas, que incluye desde simples partidas para sufragar los gastos de un congreso a la presentación de los resultados finales de las investigaciones.

El vicerrector pone también el acento en un aspecto que cada vez cuenta más a la hora de medir el prestigio de las universidades y en el que la UMA ocupa todavía un escalafón de escaso relieve: la visibilidad internacional y el contacto con instituciones punteras educativas de fuera del país. La aportación, en este caso, del plan, aunque cuantitativamente modesta, se adscribe a una orientación clara, persuadir a los investigadores de la necesidad de presentar sus resultados en foros sustanciosos y con presencia garantizada de posibles inversores.

Si bien el programa de la UMA está enfocado para favorecer al conjunto de la oferta académica, el análisis detallado de su contenido refleja un interés por potenciar ciertas especialidades en las que, como reconoce el propio Teodomiro López, han estado un tanto alejadas de las prioridades en lo que se refiere al respaldo en investigación. El representante de la universidad alude a carreras de reciente implantación como Arquitectura, donde la institución aun tiene un gran margen de crecimiento, pero también a otras menos favorecidas en este campo como las ciencias jurídicas y sociales, además de las humanidades. Áreas, todas ellas, que, a excepción de destacadas trayectorias individuales, no gozan de tanta reputación en el plano de la creación de conocimiento como algunas de las especialidades tecnológicas.

Además de intentar mejorar su posición en el estratificado mundo académico, que todavía está lejos del primer nivel, la UMA busca con estas ayudas el inicio de un golpe de efecto que ayude a invertir un fenómeno preocupante, el de la salida de investigadores hacia destinos con mayor poder de financiación. De hecho, uno de los fines del plan, y con reflejo en el presupuesto, pasa por lanzar convocatorias que consigan no sólo retener al talento local, sino atraer a doctores de otras geografías e instituciones.

En la reciente apertura del curso universitario, que tuvo lugar el pasado viernes, el rector de la universidad, José Ángel Narváez, mostró su preocupación por la falta de suministro de fondos para investigación. Un problema que, afirmó, lastra la capacidad de avance de la UMA. Narváez insistió en que desde 2012 la institución no cuenta con financiación autonómica, lo que dificulta precisamente el crecimiento en el apartado de la investigación, que es uno de los más importantes a la hora de evaluar el nivel de desarrollo académico. «Es una auténtica heroicidad que la UMA esté entre las 750 mejores universidades del mundo», sentenció.

La UMA, en el puesto 13. Las dificultades presupuestarias por las que atraviesa la universidad contrastan con los resultados obtenidos en muchos de los proyectos llevados a cabo en los últimos cursos. Especialmente, en el ámbito del país. Actualmente la UMA ocupa el puesto 13 en España en número de artículos publicados y trabajos de investigación. Además, y según un reciente estudio publicado por la Conferencia de Rectores, la obtención de patentes a nivel nacional se elevó en 2014 a 56. Una cifra tan sólo superada por la Politécnica de Madrid. En la foto fija del informe, la institución dirigida por José Ángel Narváez presentaba también unos valores crecientes en la interacción con la empresa privada, ingresando desde el exterior un volumen total que entonces superaba los 846.000 euros. La mayoría procedente de iniciativas y convenios suscritos con compañías en régimen de colaboración.

En la relación con el tejido productivo, que ha sido muy tenida en cuenta en la confección del nuevo plan, la universidad está obligada a mejorar, sobre todo, en el capítulo de la creación de empresas. En 2014, que es el ejercicio comparativo utilizado por el estudio, la UMA sólo consiguió impulsar dos compañías a través de programas spin-off, lo que la sitúa en un puesto intermedio en el contexto nacional -la citada Politécnica del Madrid cerró el curso con un total de 22-. La institución, no obstante, confía en que este nuevo programa de ayuda a la financiación marque la estrategia y el guión de prioridades para los próximos años académicos.