La historia a veces tiene estas cosas. Cuando, en 1492, los Reyes Católicos suscribieron las actas que recogían los acuerdos alcanzados con Cristóbal Colón para que éste surcara los mares hacia occidente, aún no se sabía que el posterior descubrimiento de un continente iba a colocar a una población de apenas 15.000 habitantes en el mapa para siempre. No es que Santa Fe sea a estas alturas más conocida que Torremolinos. Pero ambas tienen desde ya en común una cosa: son el origen y punto de partida de un viaje hacia lo desconocido. Aunque con características netamente diferenciadoras y traumáticas entre la ilusión que debió de invadir a Cristóbal Colón ante la exploración de aquellos territorios vírgenes, y el peso opresor que uno se imagina ejerciendo sobre los hombros de Javier Fernández. Al flamante líder de la gestora del PSOE, ya es algo evidente a estas alturas de la película, le ha tocado construir el relato de claudicatura que desembocará en la investidura de un Mariano Rajoy, que ha contemplado desde la Costa del Sol como, sin mover un dedo, se le han endulzado todos los casos de corrupción que amenazaban con agriarle su existencia. Torremolinos formará ya parte para siempre de la historia de la próxima legislatura. Una vez constatado el hecho de que no habrá unas terceras elecciones fue, estando aquí, donde Rajoy recibió la llamada de Fernández para notificarle que el inflexible «no es no» de Pedro Sánchez había pasado a mejor vida. Fue aquí, durante el desarrollo del XII Congreso Jurídico de la Abogacía, donde decidió perdonarle la vida al PSOE, después de una semana en la que sus dirigentes habían afirmado, no sin cierta alevosía, que al PP ya no le bastaba con una simple abstención. «Yo, desde luego, no voy a poner ninguna condición», aseguró Rajoy que lo peor que le puede pasar a España serían unas terceras elecciones para avanzar con el guión establecido del golpe.

La relación del PSOE con la abstención es tan endiablada que las palabras de Rajoy encajaron perfectamente con la construcción del relato que está a cargo de la nueva gestora, ocupada, desde que tomó el mando, con hacer ver a los suyos lo terrible que sería ir a unas terceras elecciones. En este escenario, los socialistas se están olvidando de un mal añadido, y que no es otro que condonar también una corrupción sistémica. ¿O es que alguien ha escuchado a Fernández hablar de la Gürtel desde que ha tomado el control?

Ganar tiempo. En el PSOE de Málaga, como pasa después de las batallas sangrientas, toca ahora replegar los soldados y contar heridos. Miguel Ángel Heredia convocó a la ejecutiva del partido y apeló a la cohesión. La estrategia es ganar tiempo y dejar que pase el chaparrón de la investidura. Dentro del PSOE no se discrepa del fondo que ha llevado a esta situación, pero si de las formas. «Yo estaba en contra de Sánchez, pero hay formas y formas. Y estas no eran las adecuadas», resume un miembro del PSOE malagueño el sentir que predomina ahora mismo en el partido. Viendo el destrozo generado, se está de acuerdo en que se tenía que haber evitado la imagen de golpe de mano que se ha proyectado, y que rayó lo ridículo cuando Verónica Pérez se proclamó como «única autoridad».

En el PSOE de Málaga no dicen explícitamente que hay que abstenerse, pero sí defienden que «hay que dejar trabajar a la nueva gestora» y esto viene a ser lo mismo. Tanto Heredia, que ya se mostró cercano a Fernández en la reunión previa al pleno en el Congreso de los Diputados, como el propio Francisco Conejo tienen asumido que hay que dejar gobernar a Rajoy para que el partido pueda recuperarse y volver a ser un «proyecto de mayorías». En este camino, que puede ser infinitamente más difícil de lo que parece, existe plena coincidencia entre los socialistas malagueños en que hay que huir para ello de Podemos. Las palabras de Fernández, señalando que el PSOE no se podía «podemizar», encajan a la perfección con lo que decía un alto dirigente del PSOE malagueño cuando se le preguntaba por los últimos planes de Sánchez: «Ahora resulta que quiere ser más de Podemos que los propios Podemos». Las consecuencias de la abstención, en todo caso, son incalculables. Así lo confiesan también los dirigentes socialistas. Por lo pronto, y eso es seguro, va a dar alas al discurso de Podemos de que PP y PSOE son la misma cara de la moneda.

Congreso provincial. Seguramente haya pasado desapercibido por muchos, pero los últimos acontecimientos, sumado a la repetición de elecciones, dejan en el aire la celebración de un congreso provincial en el PSOE. En teoría, sin la repetición de las últimas elecciones generales, los militantes tenían que haber votado a la dirección del partido a lo largo de este verano. Con el PSOE en manos de una gestora, que ya ha anunciado que se podría mantener durante unos seis meses, a pesar de que muchos militantes cuestionan abiertamente su legitimidad, se hace imposible vaticinar una fecha exacta para la celebración del congreso provincial. Hay que tener en cuenta, que primero tiene que celebrarse el congreso federal y, después, el regional. Y aquí influye también la duda por saber si Susana Díaz va a dar el salto a Madrid o no. Ahora mismo, su valor político ha perdido enteros, sobre todo fuera de Andalucía, donde la consideran como la máxima responsable del derrocamiento de Sánchez. Todos tienen que lamerse las heridas y esto permite a Heredia y a Conejo ganar tiempo de cara a un congreso provincial que no se espera para antes de la próxima primavera.

Guerra por el poder. Camuflado entre la crisis del PSOE, también ha saltado por los aires el proyecto político de Málaga Ahora. Al menos, se han destapado los diferentes intereses que confluyen en lo que antaño era considerado como la marca municipalista de Podemos y que ahora reclama su independencia. Juan José Espinosa y Alberto Montero se disputarán el control de Podemos. Dos modelos diferentes para un objetivo común, que no es otro que preparar el asalto de Podemos al Ayuntamiento. Ysabel Torralbo tratará de evitar que Málaga Ahora se quede en un segundo plano.

Los críticos entre el PSOE

Qué no darían algunos para rejuvenecer y tomar las riendas de nuevo. La vieja guardia del PSOE de Málaga ha saltado al escenario para criticar el derrocamiento de Pedro Sánchez por lo que consideran, ante todo, una falta de lealtad a quien ha sido hasta hace poco su secretario general. En la imagen interior se puede ver, entre otros, a José Cosme Martín, Luis Reina, Ignacio Trillo, José María Ruiz Povedano y a José Luis Marcos a la salida de un almuerzo en Los Hidalgos. No se mostraron muy entusiasmados con la actual dirección del PSOE de Málaga. Si el detonante para derrocar a Sánchez, habrían sido realmente los resultados electorales, consideran que habría más de uno que debería de esconderse.