La improvisación le llegó hace un año, mientras aguardaba, nerviosa, el resultado de unas oposiciones. Para pasar el rato se metió en las redes sociales «y vi a amigos que estaban coloreando y compartiendo el trabajo, decían que ayudaba mucho a relajarse, así que me dije: esto es lo que me hace falta». Así que Marina Rojas, ingeniera técnica de Obras Públicas de 30 años, hizo «un garabatillo», cogió la caja de lápices «y se me encendió la bombilla, rápidamente vi lo bonito que sería un libro de colorear pero con motivos de Málaga».

El siguiente paso de esta joven, hermana de Fusionadas, fue salir, cámara en mano, a fotografiar las pinturas murales barrocas de la iglesia de San Juan, la Casa del Obispo, en su barrio del Perchel y otros rincones y envió los primeros 16 dibujos a la editorial malagueña Loving Books, a la que le encantó la idea.

«Los libros para colorear para adultos hace unos dos o tres años que están de moda. En Francia están a tope. Hay secciones ya en casi todas las librerías. Siempre se venden como libros anti estrés, vienen de los mandalas budistas, una técnica para conectar con el lado derecho del cerebro mediante el dibujo geométrico», explica Alejandro Villén, el editor de Loving Books.

El resultado es Descubre y colorea Málaga. Patrones y motivos geométricos, un vistoso cuaderno de colorear con 40 láminas de rincones de Málaga como la capilla de la Piedad, la iglesia de San Felipe Neri, los palacios de Villalón y de Buenavista o el Colegio de Gaona, un paseo por el Patrimonio de Málaga, acompañado por los textos introductorios del arquitecto malagueño y delegado de los Urban Sketchers, Luis Ruiz Padrón.

La ingeniera malagueña cuenta que su afición por la Málaga artística se la debe a sus padres, José Carlos, arquitecto técnico y María Luisa, historiadora del Arte. En cuanto a los dibujos, los ha realizado con la ayuda de un programa informático, con el que ha ido pintando los vectores encima de las fotografías.

A la hora de colorear, Marina de Rojas recomienda que «lo dibujen a su gusto o bien que sigan el dibujo original». De momento, está recibiendo ya los primeros resultados en las redes sociales, al tiempo que lo comparten los usuarios.

En cuanto al cuaderno de dibujo, nada se ha dejado a la improvisación, empezando por el tamaño: «Tiene que ser un tamaño que les quepa en las bolsas a los visitantes extranjeros», cuenta Alejandro Villén. El formato es también el resultado de un largo estudio, con « una goma especial, lo hemos probado con niños y parece que se va a romper pero no se rompe», explica.

Las hojas, por cierto, tienen la textura y el grosor adecuados para que «coja el lápiz» y no manche el rotulador, si es que se emplea, pero también se pueden usar acuarelas «con poca agua», detalla la autora.

La originalidad, sumada al análisis del mercado y del producto parece que ha dado buen resultado: desde que salió hace dos semanas ya ha vendido más de un tercio de la edición y está teniendo mucho éxito en los museos.

«No sólo es para colorear, también para conocer el Patrimonio que tenemos», recalca Marina de Rojas.