Cuando redacto estas líneas desconozco qué decisión han tomado los concejales del Ayuntamiento de Málaga sobre el destino final de los ruinosos edificios que albergaron los cines Victoria y Astoria. Confío en que la decisión la adopten los citados ediles, descartando cualquier iniciativa que implique a la ciudadanía; dicho de forma más clara: no convocando una consulta popular. Son los miembros de la corporación municipal los que tienen que decidir porque para eso los elegimos los trescientos o cuatrocientos mil malagueños que fuimos convocados a unas elecciones libres, democráticas, representativas… No están solo para cobrar a fin de mes. Los ciudadanos los hemos elegido para que afronten los problemas y los resuelvan. Si no sirven, en los próximos comicios los mandamos a su casa y elegimos otros que estén más preparados.

Lo que parece decidido es proceder a la demolición de los dos edificios; digo parece porque no hay unanimidad en el concejo. Pero si se procede a esa discutida decisión, como mero ciudadano que lleva toda la vida residiendo en Málaga, me temo, sospecho o presagio, algo que no he visto ni leído que se contemple en el futuro del solar resultante de la demolición: 1.350 metros cuadrados cuyo coste, si no lo leído mal, asciende a 20 millones de euros, euro más o euro menos. Es lo que el Ayuntamiento pagó a la empresa propietaria del solar.

Cabe la posibilidad de que en el subsuelo aparezcan restos arqueológicos de épocas remotas, desde los fenicios a los romanos, desde los bárbaros los árabes… y quién sabe -todo es posible- restos de los monstruos y zombies de las películas de terror de la productora inglesa Hammer, especialista en ese tipo de filmes. A lo mejor algunos de aquellos seres de ultratumba salieron de las películas que se proyectaban en los dos cines y anidaron en el subsuelo en espera de ser rescatados por almas buenas y consigan la paz eterna. Y a los zombies unimos los indios masacrados en las películas de John Wayne y de los míticos Tom Mix, Buck Jones y Tim McCoy.

Si al quedar el solar mondo y lirondo y se efectuan las primeras calicatas para la cimentación de lo que al fin se decida construir y aparecen calaveras, huesos, un baño árabe, una armadura de un centurión romano, ¡follón al canto! Se paralizan las obras, se movilizan los arqueólogos, los ecologistas, los historiadores, la Junta de Andalucía, la Memoria Histórica… y a esperar el dictamen de los interesados que, siendo optimistas, tardarían tres o cuatro años para redactar el informe pertinente.

Dos cines importantes

Los dos cines que cerraron sus taquillas y puertas fueron, durante los años que estuvieron abiertos al público con estrenos de numerosas películas de todas las procedencias, lugar de cita de miles de malagueños aficionados al séptimo arte, cuando salvo en algún caso aislado no precisaban ver películas al mismo tiempo que consumir toneladas de palomitas de maíz, bebidas carbónicas, chicles, caramelos y otras golosinas. Asistíamos a las proyecciones a secas, disfrutando de lo que aparecía en la pantalla o llevándonos una desilusión por la escasa calidad del producto.

El cine Victoria, que se inauguró en 1913 con el rótulo de Salón Victoria Eugenia (la reina de España en aquel año era Victoria Eugenia de Battenberg, de ahí la elección del nombre), en su primera etapa exhibió las películas más importantes que se rodaban en el mundo; al construirse cines más lujosos, mejor dotados, más céntricos (Goya, Echegaray…), el Victoria pasó a un segundo plano para centrarse en películas de reestreno y con una concurrencia, digamos, popular. En mil novecientos cuarenta y tantos, los hermanos Moreno (Enrique y José María), propietarios del local, se aventuraron a renovarlo, sustituyendo los asientos de madera por butacas tapizadas e incluso un rudimentario sistema de refrigeración. José María Moreno, con sentido del humor, me dijo entonces que por tercera vez cambiaba de nombre, pues empezó a llamarse Salón Victoria Eugenia, pasó a denominarse Victoria pero el público que lo frecuentaba lo convirtió en «Vitoria» y ahora, con su modernización, pasó a ser denominado de forma correcta: Victoria.

Y de cine popular y de reestreno pasó al grupo de cines de estreno. Enumerar las películas estrenadas desde 1913 hasta su cierre definitivo sería casi imposible. Sin embargo hay algunos títulos que marcaron su ascendente trayectoria como Hair, La muchacha de las bragas de oro, Bodas de sangre, Carros de fuego y otras muchas que están entre las mejores del mundo. Otro inolvidable acontecimiento que tuvo como escenario el cine Victoria fue el I Festival de Cine Español, celebrado en agosto de 1953. Muchos años después, aquella iniciativa, tuvo un espectacular desarrollo con el actual Festival que ha anda por la vigésima edición y que está más que consolidado. Ahora ha cambiado lo de cine español por cine hablado en español.

El Astoria

La culminación de la empresa de los hermanos Moreno fue la construcción del cine Astoria, que al ser inaugurado el 9 de enero de 1966 con la película My Fair Lady pasó a ser el primer cinematógrafo de la ciudad por su amplitud, decoración y, sobre todo, por la programación, porque contrató las películas más esperadas y taquilleras de cada temporada. Disponía nada menos que de 1.200 localidades.

Voy a citar las más sobresalientes que se estrenaron desde su inauguración: 1967: La gran juerga, Sierra prohibida, La jauría humana y La condesa de Hong Kong; 1968: La mujer maldita, Brigada homicida y La noche de los generales; 1969: Adivina quién viene esta noche, Rebelión en las aulas y Chitty, chitty, bang, bang; 1972: Perros de paja, Harry, el sucio y El pasajero de la lluvia; 1973: El gran rubio del zapato negro, Doctor Casanova, La corrupción de Chris Millar, Cabaret y ¿Qué me pasa, doctor; 1976: Con el agua al cuello, Hinderburg, Tarde de perros, Alguien voló sobre el nido del cuco y La profecía; 1977: La venganza de un hombre llamado caballo, Barry Lindon, El inocente y La herencia Ferramonti; 1978: Emmanuelle, El último tango en París e Historia de O; 1979: Superman y Campeón; 1980: Apocalipsis Now y El día del fin del mundo; 1981: El cartero siempre llama dos veces;1982: En el estanque dorado; 1983: Oficial y caballero; 1984: La soga… hasta el 9 de diciembre de 2004, que proyectó a partir de las 21,30 la película de Woody Allen Melinda, Melinda.

Presentaciones

El cine cerró sus puertas treinta y ocho años después de su inauguración. El cine Victoria cerró también el mismo día, mes y año: 2004. Este cine tuvo un larga vida: desde 1913 a 2004. Noventa y un años nada menos.

En el mundo cinematográfico malagueño no era corriente, y ahora tampoco, hacer una presentación o preestreno de películas con asistencia de los máximos responsables de las mismas. En Málaga se habían dado muy pocos casos, y puedo hablar de ello porque como periodista que ejercía la crítica cinematográfica y autor de un espacio semanal en Radio Nacional de España bajo el título de Cine Invisible, estaba presente en todos los actos.

Los responsables del Astoria llevaron a cabo varias presentaciones; aunque a veces la película en lugar de en el Astoria iba a pasarse en otro de los cines de la cadena (Victoria, Andalucía, Coliseum). El lugar de la cita era siempre la primera planta del emblemático Astoria.

De aquellas presentaciones recuerdo algunas, como los casos de Clara es el precio y La Raulito, la primera española y la segunda argentina.

Clara es el precio era la primera película en la que trabajó Amparo Muñoz, que había sido elegida Miss España; cuando hizo la película todavía no había sido proclamada Miss Universo. Curiosamente ya se había estrenado su segunda película, Tocata y fuga de Lolita en octubre de 1974, o sea, un año antes, en el cine Echegaray.

Pues bien, Miss España estuvo con los periodistas en el Astoria; estaba un poco cohibida porque había posado desnuda en su primera película. La entrevistamos con Máximo Valverde, que era su compañero de reparto y entonces novio o pareja sentimental, como se dice ahora. Nos dijo divertida que tenía un gato llamado Mínimo, el antónimo de su novio, Máximo. El director Vicente Aranda, que también estuvo en el acto, tuvo palabras de afecto para Amparo augurándole un buen porvenir en el cine. La película, en lugar de estrenarse en el Astoria, se pasó el 9 de julio de 1975 en el cine Andalucía, que estaba enfrente y que hoy es un solar después de su demolición por culpa del techo de amianto.

Dos días después la saludé en La Rosaleda presenciando con Máximo un partido del C.D. Málaga. La pareja pasó desapercibida y, como era y es habitual, se entretenía comiendo pipas de girasol mientras seguía el partido que jugaba el Málaga, no me acuerdo contra qué rival.

Otra presentación en el Astoria fue la que correspondía a la película La Raulito, con su director, Lautaro Murúa y la protagonista, la esbelta Marilina Ross, que encarnó a una chica asexuada, que tuvo muchos problemas en su vida, pasando su existencia entre reformatorios y manicomios. Existió en la realidad. La actriz llegó a conocerla. ¿Era como usted?, le preguntamos. Nos respondió que intentó entrar en el papel en todo lo que pudo, menos en la estatura: la Raulito es muy bajita y ella era bastante alta. La película se estrenó en el Astoria.

Campaña de Navidad

El 12 de enero de 1974 se celebró en el Astoria una sesión cinematográfica a beneficio de la Campaña de Navidad. Los beneficios de aquella sesión se destinaron a los asilos de ancianos de Málaga capital y provincia. La película proyectada fue La bella durmiente, llevada al cine tal y como se representa en un teatro. Era una película rodada en Moscú con participación del ballet Kirov de Leningrado y el Bolshoi de Moscú. Un bello espectáculo que solo pudieron disfrutar los mil y pico espectadores que asistimos a la sesión porque comercialmente no se llegó a proyectar en Málaga en ningún otro cine.