Eliseu debe controlar sus impulsos. De eso no hay duda. El jugador sabe que debe hacerlo. Así se lo ha reiterado Jesualdo Ferreira, que ya le había advertido con anterioridad. Ha sido expulsado por segundo partido consecutivo, aunque en ambas ocasiones sin merecerlo. En ninguna hubo agresión y en las dos el otro protagonista de la acción, Carlos Marchena -del Villarreal- y Juanma Ortiz -del Almería- hacen teatro hasta contemplar la roja del colegiado de turno. La única diferencia es que en la jugada del primer encuentro Marchena miente con posterioridad, como suele ser habitual en él, al insistir en que le da un cabezazo, a pesar de que las pruebas de vídeo delatan al sevillano, y en la segunda Juanma Ortiz reconoce: «No llega a darme del todo, me roza». Para luego añadir: «Pero si me llega a dar me destroza».

Un peligro menos para el Real Madrid

Me sorprendió mucho que el Comité de Competición le quitara la sanción de un partido a Eliseu la semana pasada, aunque era lo lógico después de que el árbitro, Teixeira Vitienes, hubiera ‘picado’ con las mentiras de Marchena. Me extrañó, porque no suele ser habitual que un comité desestime la labor de un árbitro, menos aún en una decisión que beneficie a un equipo modesto.

Pero luego vi el calendario. «El próximo rival es el Real Madrid», me dije. Resulta curioso que el jugador que más puso en aprietos al equipo blanco hace sólo dos temporadas -véase el vídeo de Youtube del 4-3 del Real Madrid-Málaga en el Santiago Bernabéu- fue precisamente Eliseu.

No es la primera vez ni será la última que expulsan a un jugador del equipo que se enfrentará en la siguiente jornada al Real Madrid o al Barcelona -véase la hemeroteca- en esta liga cada vez más bipolar, en gran parte por la necesidad de que así sea por parte de quienes llevan las riendas del fútbol -árbitros, televisión, etc.-.

Eliseu estaba expulsado antes del pitido inicial de Clos Gómez. Estaba sentenciado desde la decisión de Competición. El árbitro aragonés le mostró la roja cuando el luso aún estaba en el suelo, lo que denota premeditación, además de una clara muestra de desconsideración hacia el jugador. Lo normal es amonestar a un futbolista cuando se ha levantado del piso. La reacción inmediata de Clos Gómez hace pensar más allá de una acción puntual de un partido. Eliseu deberá contentarse con ver al Real Madrid desde las gradas de La Rosaleda en lugar de corriendo la banda, que es lo que deseaba.

Por otro lado, al Málaga, como club modesto que es todavía, le interesa más perder a Eliseu ante el Real Madrid que frente a un Levante o un Racing, por poner un ejemplo de rival directo en la lucha por eludir el descenso a Segunda División -el mal menor, que suele llamarse-.

La cosa cambiará si dentro de unos años el Málaga, Dios lo quiera, es un ‘grande’ tipo Villarreal o Sevilla. Entonces, las expulsiones sí se mirarán con lupa. Y no nos perderemos en batallas dialécticas sobre si mereció o no Eliseu una expulsión que ya estaba supuestamente pactada en los despachos. Mourinho, mientras tanto, frotándose las manos por no tener que comerse el coco en cómo frenarlo.

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