Posiblemente más de uno ya se habrá echado las manos a la cabeza, habrá pensado en la típica coletilla de «se veía venir» o simplemente apuntará su dedo acusador hacia Javi Gracia y sus chicos, pero cabe recordar que lo que ayer disputó el Málaga CF es el primer partido del verano, que han pasado 55 días desde el último encuentro contra el Sevilla y que los hombres que ayer vestían de plumbinegro -la segunda equipación del año pasado, a falta de presentación de las nuevas- llevaban tres semanas de trabajo meramente físico en sus piernas. Es decir, que la derrota contra el Karlsruher alemán no hace encender ninguna alarma, que el conjunto blanquiazul sigue su plan establecido de pretemporada y que lo más positivo a estas alturas es quemar etapas y regatear lesiones.

Desde luego, el duelo de ayer era el primer test que, si bien había levantado mucha expectación, no dejó de ser la primera piedra de toque del verano. Y las sensaciones, salvo por el resultado, no fueron ni buenas ni malas. El Málaga de Javi Gracia intentó parecerse por momentos al mismo equipo del año pasado. Presión arriba, salida de balón, buscar cuando se pueda a Amrabat y trabajo sin balón. Falló más de la cuenta la zaga, ya que dos errores suyos propiciaron dos tantos germanos. Y gustó, sobre todo, los dos canteranos que salieron de inicio: Iván y Ontiveros.

Se dejó ver bastante el extremo marbellí, que atacó por la izquierda pero con su movilidad llevó mucho peligro. De hecho, le sacaron un balón sobre la línea de gol en el 51´, tras una buena jugada de Recio. Ésa sería la antesala del empate del Málaga CF, que entró más enchufado en la segunda mitad, con las ideas más claras tras pasar por el vestuario. Porque los primeros 45 minutos de juego fueron propios de un «bolo» veraniego. Poco que rescatar, salvo trabajo y disciplina. Llegó más el equipo germano, que mostró su frescura ante el comienzo inminente de su competición la próxima semana. Y fruto de ello llegó el gol de Hoffer, que aprovechó un mal despeje de Kameni (33´).

Amrabat, que volvió a ejercer de segundo punta pese a que a él no parece terminar de convencerle, fue el ejecutor para poner el empate, gracias a una buena maniobra pero también con la fortuna de que su disparo rozó en un defensor para entrar sin oposición (54´). Pero el carrusel de cambios terminó por descolocar al Málaga. Hasta ocho jugadores entraron de una tacada en el minuto 61, alternando veteranía con mucha juventud.

El conjunto de Gracia se descolocó, perdió sobre todo presencia defensiva y lo acabó pagando. Fueron en dos chispazos rápidos en menos de dos minutos cuando el Karlsruher terminó por sentenciar el duelo. Primero con Barry, que aprovechó un pase de la muerte de un compañero que le robó el balón a Calero por su exceso de confianza (78´). Y luego Kopke, que remató de manera acrobática un centro desde la izquierda y exhibió su calidad rematadora.

No hubo más, pero tampoco hay que rasgarse las vestiduras. Derrota, sí, pero con mucho camino aún por recorrer. Mañana, el Friburgo (17.30 horas) para cerrar la gira alemana.