Por fin. Se acabó el suplicio, el tedio y el bochorno que ha supuesto la peor temporada en la historia del Málaga. Ayer se echó el telón, en un partido intrascendente y que acabó con una nueva derrota (0-1), la 28ª del curso, al periplo de 10 temporadas seguidas en la máxima categoría. Con años gloriosos, otros más complicados pero nunca arrastrando el escudo como ha sucedido en esta.

Adiós Primera, hola Segunda. Una situación que debe hacer reflexionar a muchos, resetear y no perder tiempo en comenzar a construir los cimientos de la reconquista. El Málaga es de Primera, sí; pero tiene que demostrarlo sobre el césped, en los despachos y también en las gradas. El malaguismo, hastiado por el castigo inmerecido que ha supuesto esta temporada, parece haberse cansado de más de lo mismo. Ayer, poco más de 300 aficionados marcharon desde la Plaza de la Constitución hasta el estadio pidiendo explicaciones. Pocos en relación a la masa social que tiene este club.

Es cierto, malaguista, que ayer era día para protestar, para señalar culpables y echar la última lágrima por el descenso. Pero hoy, y pese a que el futuro en estos momentos no parece nada halagüeño, toca presumir de escudo y de colores blanquiazules, renovar en masa el abono y tratar de llevar en volandas al equipo de nuevo hasta Primera, tal y como esta afición ha hecho en numerosas ocasiones.

Porque al malaguismo no le asusta un descenso. Ha vivido situaciones peores. Pero por ello, porque ha visto al club desintegrarse para luego resurgir de las cenizas, no debe volver a permitirlo.

La tarde de ayer fue de despedidas, pero nada de lágrimas por el adiós. La frialdad, las ganas de dar carpetazo al año y perder de vista a muchos que este curso no han valorado lo suficiente la historia de esta camiseta. Así, salvo excepciones como el meta Roberto, que ayer tampoco jugó, no vimos imágenes tan propias de antaño donde muchos jugadores se despedían por la puerta grande. Ayer , ninguno. Con la cabeza gacha y por la puerta de atrás. Acorde a la nefasta temporada cuajada. Solo los Iturra, En-Nesyri o Andrés Prieto, que cuajó un gran partido, se libraron de la ira de los aficionados.

Se cambiaron las tornas y ayer jugadores del equipo rival recibieron más cariño que los locales. Portillo, exmalaguista y que en su día no valía y se ha salido esta temporada con el Getafe, fue ovacionado por el respetable. También Antunes, gregario de lujo en aquella época de la Champions y que hoy parece tan lejana.

En juego el Málaga tenía la opción de no acabar el curso como farolillo rojo. Un hecho que no servía de nada y que no maquillaba todo lo malo visto este curso, con dos entrenadores en liza, y tras un mercado invernal en el que se ficharon hasta ocho futbolistas. Superar a la UD Las Palmas solo hubiera confirmado que ha habido un equipo peor que el tuyo, nada más. Pero ni para eso da este Málaga, que se va al hoyo con el cartel de uno de los peores colistas de la historia, con solo cinco triunfos en su haber.

Lo único bueno que dejó el partido, además de que fue el último, fueron los estrenos en Primera de Álex Robles y Juan Cruz. Los canteranos no olvidarán el día que debutaron al máximo nivel. En momentos así no importan las circunstancias y este instante en el que cumplen su sueño ya permanecerá imborrable.

Además, lo hicieron con soltura. El lateral de Pizarra, que ya jugó sus primeros minutos esta temporada con el primer equipo contra el Numancia en Copa, le tocó lidiar con Amath, uno de los futbolistas más veloces y eléctricos de la categoría y salió victorioso. Por su parte, el extremo malagueño nacido en el año 2.000, salió a 6 minutos del final y dejó destellos de su clase. Poco antes Remy había adelantado al Getafe de penalti.

El partido no dio más de sí y lo trascendente se trasladó a las gradas. Varios jugadores quisieron dar la cara y dieron explicaciones a la Grada de Animación, que aguantó imperturbable 30 minutos después del duelo. Colorín colorado, el cuento del Málaga en Primera se ha acabado... Por ahora.