La situación de incertidumbre y dolor por la que atraviesan los familiares de Diego y Leonor supera los límites de la comprensión y el razonamiento. La desazón de los abuelos, tíos y, por supuesto, de la madre, necesitan de un periodo para asimilar la tragedia. Las principales premisas de las que deben partir son, según los expertos, no culparse y no anclarse en el pasado, ya irremediable.

Situaciones como la vivida en Campillos se alejan de la lógica y por eso no hay que tratar de entenderla o querer superarla rápido: hay que convivir con ella hasta que el tiempo haga el resto. La coordinadora del grupo de intervención psicológica en catástrofes, crisis y emergencias del Colegio de Psicólogos de Andalucía Oriental, Lidia Lozano, asegura que se trata de un tema «muy escabroso» de difícil comprensión y que el equipo enviado lo primero que hizo fue una labor de ventilación emocional. «Hasta que no se empiece a esclarecer no sabremos bien qué ocurrió, pero nuestra misión es la de calma y ayuda», añade.

Según Lozano, cuando la policía conoce una circunstancia como ésta, avisa al 112, que activa la petición de ayuda psicológica. «En principio los expertos se personaron allí para atender a la familia del padre», dice, al tiempo que recuerda que ambas partes de la familia -la materna y la paterna- han pedido no encontrarse, por lo que el apoyo emocional es de distintos expertos.

Aún así, la psicóloga asegura que pueden haber sido muchas las causas para que el padre llevara a cabo el homicidio: desde depresión hasta el síndrome de Medea, sacado de la mitología griega y que cuenta la historia de una madre que a modo de venganza contra su consorte mata o deja que un peligro mortal llegue a sus hijos.

Así, una de las psicólogas desplazadas hasta Campillos, Natacha López-Carrascosa, señala que las situaciones que provocan estrés son precisamente las no esperadas. «La gente no está preparada para lo que viene. Ahora necesitan un periodo de adaptación, saber qué ha pasado y convivir con lo que se avecina», explica.

De este modo, afirma que las circunstancias vividas en esta localidad malagueña son de emociones desbordadas. Reconoce como un error las típicas frases de «no llores más», «tienes que ser fuerte» o «ya verás como se te pasa». «Hay que manifestar lo que uno tiene dentro, es comprensible que el dolor sea grande. Por eso, el abrazo de una persona allegada es lo más efectivo», admite. López-Carrascosa asegura que las pautas seguidas en Campillos en estos dos días han sido, primero de acompañamiento y de no contener las emociones, para no paralizarlas. La segunda, según la experta, es la de la conciencia. «Se trata de empezar el vuelo, han tenido una pérdida, se ha producido. Es el momento de que empiecen a ser conscientes», dice. La última es la elaboración del duelo. «Es un proceso muy doloroso, la vida y la muerte se dan la mano, es lo único claro de este mundo, pero hay situaciones que no se esperan.

A partir de ahora puede que estas personas necesiten más ayuda psicológica, pero la de choque ya se ha empleado. Sin embargo, apuesta por hacerlo si los familiares quedan retenidos en el suceso.

@MarinaFernandz