­Miles de familias viven por debajo del umbral de la pobreza en la provincia de Málaga. Para mitigar su situación, la Asociación Emaús Obra de Amor reparte diariamente 815 menús en los comedores sociales de cuatro municipios: Torremolinos, Vélez Málaga, Estepona y Antequera.

El comedor de Vélez Málaga es el que más comensales recibe diariamente, con un total de 275; seguido de Estepona (260), Antequera (130) y Torremolinos (150).

El perfil del 50 por ciento de las familias que acuden de lunes a sábado a por un plato para comer -desayuno, comida y cena- refleja vidas desmoronadas tras el azote de la crisis.

Hombres y mujeres con edades comprendidas entre 45 y 65 años, con escasas posibilidades para encontrar trabajo, según informa a La Opinión de Málaga, el coordinador de Emaús, Idelfonso Abril. También destacan las madres solteras con familia numerosa. En definitiva, familias rotas debido a los desencuentros ocasionados por la depresión económica.

Es el caso de Magdalena, de 49 años. Separada y con dos hijos, que acude al comedor de Antequera desde hace tres meses, antes la imposibilidad de encontrar empleo como limpiadora desde 2011. El único dinero que entra en casa son 150 euros con el que paga las facturas. «Si no fuera por el comedor no sé lo que haría. Mi situación ya era desesperada», asegura.

El otro 50 por ciento de las personas que recurren a los comedores son usuarios flotantes. Los Servicios Sociales en cada municipio valoran las necesidades de cada persona, para redireccionarla durante un determinado tiempo. En Estepona, explica Abril, destaca la presencia de inmigrantes, mayoritariamente magrebíes, y en Antequera las personas de etnia gitana.

Las personas enfermas o que viven solas optan por compartir el plato de comida en el mismo comedor, a partir de la una de la tarde aunque la mayoría prefiere recoger el almuerzo y la cena a mediodía con el fin de tenerla lista en casa cuando lleguen los pequeños del colegio, para normalizar la situación en la que viven las familias.

Es el protocolo que sigue desde hace unas semanas José, de 28 años. Recoge el desayuno, la comida y la cena, de lunes a sábado, en el comedor de Antequera. «Vivo en una casita de seis metros cuadrados, con mi mujer y mis dos niños de 6 y 5 años. No tengo cocina, ni cuarto de baño y el dormitorio es el comedor», explica José, quien lamenta llevar tres años en paro, al no encontrar empleo en el campo ni en la construcción.

«Me siento mal por no poder darle a mis hijos lo que se merecen», solloza José. A su vida se suma el agravante de padecer obesidad mórbida, apnea del sueño, asma y diabetes. José es tajante: «Me gustaría que vinieran a vivir un día conmigo, para ver cómo vivo».

Emaús ofrece un alimento que, según el coordinador de la asociación, supone un alivio para los bolsillos de las familias que en muchos casos tienen que pagar hipoteca o facturas que de otro modo no podrían: «La luz está cara, el agua está cara y comer está caro. Dándoles de comer al menos se quitan el 50 por ciento del gasto de la casa».

Toda ayuda es poca. La asociación cuenta con cuatro empleados en cada comedor, así como cuatro furgonetas que recorren la provincia para transportar los alimentos. Un gasto desproporcionado que es sufragado por los socios.

Así, el banco de alimentos de Málaga, las ayudas de muchas empresas y de algunos ayuntamientos son las fuentes solidarias que permiten alimentar a más de 800 bocas cada día. Pero la necesidad aprieta y muchos días Emaús se ve falto de pescado, carne o verduras.

La entidad requiere ayuda para poder seguir desarrollando su labor en Málaga. Y es que cada vez son más las personas que acuden al comedor, que en muchos casos superan las expectativas y hasta las duplican. A pesar de ello, Idelfonso Abril indica que «mientras a la olla le quepa el caldo seguiremos dando comida para todos. El día que le falte pondremos platos más pequeños».

Los socios de Emaús, las empresas colaboradoras y los voluntarios, con su granito de arena, permiten mitigar la realidad en la que viven muchas personas, que pueden comer a diario gracias a la solidaridad de otros, sobre todo muchos niños que carecen de alimentos en pleno siglo XXI y en un país desarrollado.

Nació hace 18 años para ayudar a los drogodependientes

La Asociación Emaús Obra de Amor se fundó hace 18 años en Torremolinos con el fin de solventar la situación de las personas drogodependientes de la localidad, además de a los mayores que carecían de recursos o estaban solos. Transcurridas casi dos décadas el panorama y el perfil de de los usuarios de los comedores sociales ha cambiado. Cuentan con personas que llevaron una vida normal, incluso acomodada y ahora se ven sin nada. En 2013, Emaús se vio en la necesidad de abrir dos comedores, el de Vélez Málaga y Antequera, ante la importante demanda. Ahora la asociación está abierta a la posibilidad de poner en marcha otros comedores en los municipios que lo necesiten. De hecho ya cuentan con dos en Granada. Concretamente en Guadix y Baza.