Esta sorprendente y singular manera de celebrar que Jesucristo ha resucitado la comparten alrededor de cien municipios en España. A pesar de que no se conoce exactamente su origen, esta costumbre con fuertes raíces en Castilla, ya se conocía en la Edad Media. «El espectáculo más nacional», un ejemplar escrito por el malagueño Juan Gualberto López-Valdemoro, Conde de las Navas, publicado en 1899 ya hace referencia a la costumbre popular de «correr vacas enamoradas» en la zona de Castilla.

Una fiesta pagana que hace honor a Jesús Resucitado y que a la vez celebra así el final de la abstinencia por Semana Santa. Costumbre ancestral de medir la fuerza entre el hombre y el animal que tiene tantas versiones como municipios la celebran. Miguel Vázquez Gónzalez, autor del libro El toro de cuerda de Gaucín editado en 2001, sostiene que «tiene muchos significados. Uno de ellos es significado nupcial cuando el novio iba con el toro a la puerta de la amada para demostrar su fuerza y virilidad. Y por supuesto celebrar la resurrección del Señor».

«En la posguerra se prohibió. Aunque se seguía celebrando porque el gobernador civil de la época le decía al alcalde que haría la vista gorda. Que bajo su responsabilidad sacara al toro», relata Vázquez. Y el alcalde por su parte para no verse en la tesitura de autorizar o no el festejo incluso se ausentaba del municipio desde la víspera del acontecimiento. Ante este abandono del pueblo por parte del regidor surgían, entre la población, todo tipo de rumores e incertidumbre. Como anécdota, en 1964 Televisión Española acude a Gaucín y elabora un reportaje sobre el Toro de Cuerda que «es emitido en el último Telediario. Entonces, el alcalde de Benavente, provincia de Zamora, lo ve y se queja al Ministro de la Gobernación porque en que en su pueblo no se pueda celebrar el festejo del Toro Enamorado -una fiesta similar-, y permitan el toro de Gaucín. El ministro inmediatamente le traslada el descontento al gobernador de Málaga y éste a través de un telegrama, que llega a media noche al ayuntamiento de la localidad malagueña, cesa fulminantemente al alcalde».

Este es el detonante para que el municipio no pueda celebrar su principal tradición durante los próximos 16 años. Aunque hubo intentos populares para conseguir un permiso gobernativo. El que más se recuerda se produce en 1978 cuando los defensores de la celebración recibieron una negativa por respuesta «aquel Domingo de Resurrección tras la misa, los chavales, entre ellos yo mismo, manifestamos nuestra reivindicación recreando el festejo mientras uno de nosotros hacía de toro», recuerda Miguel. Una reivindicación que terminó con la presencia de hasta 50 guardias civiles y varias detenciones. Pero, a pesar de las propuestas no será hasta la primera corporación democrática la que consiga instaurar la fiesta del toro en 1980 tras años de lucha.

Vísperas antes una comisión formada por aficionados a la fiesta nacional visita varias ganaderías para elegir los toros y a su vuelta dan a conocer los detalles de las reses. Los toros llegan el Sábado de Gloria al municipio y los vecinos van a verlos.

Llegado el Domingo, se atan por las astas con fuertes maromas. Un rito en el que se congregan cientos de personas con cierta impaciencia y nerviosismo. Durante el día serán tres toros los que recorran atados por los cuernos y controlados por los llamados «sogeros» un itinerario establecido. El primero de ellos sale a las 10.30 de la mañana, a mediodía el segundo y a las 16 horas el último.

A lo largo del recorrido el toro se encuentra con una figura tan popular como la propia fiesta El Muñeco, que confeccionan con ropa vieja rellena de paja y una calabaza pintada a modo de cabeza. Este títere lo cuelgan entre dos balcones quedando suspendido en medio de la calle a través de unas cuerdas. Los mozos que conducen al animal lo mueven de arriba abajo mientras el toro lo va invistiendo hasta que lo destroza al fantoche. «Es una especie de jua que representa el mal, lo viejo, lo indeseable que el toro destruye y que simboliza lo bueno sobre lo malo», aclara Miguel Vázquez.

Una vez completado el itinerario establecido se procede al encierro del astado. Para dar paso al siguiente. En tiempos anteriores al final de la jornada los toros se subastaban a través del sistema de sobre cerrado. Actualmente los bovinos son sacrificados en un lugar apto para después terminar incinerados.

@josemisepul