Los dos se levantarían de la tumba, el escritor Max Aub y el periodista y estudioso cervantino Navarro Ledesma. Ninguno soportaría la estúpida divergencia entre instituciones con partidos distintos que sufre la inteligencia en nuestros días de democracia consumada pero consumida. No es justo que estén sus nombres en dos calles malagueñas como homenaje a sus vidas y obras, para que hayan terminado en los papeles sin necesidad por la necesidad apremiante, sin embargo, de personas discapacitadas que exigen su derecho para transitar sin peligro por la intersección de las dos calles que llevan los nombres de Aub y Ledesma.

Max Aub nació en 1903 en Francia, sólo dos años antes de que Navarro Ledesma, ahora su compañero de calle en Málaga, muriera en España, donde por culpa o gracias al nazismo y a la nacionalidad alemana de su padre Aub pasaría gran parte de su vida, escribiendo y viviendo en español, a pesar de los exilios sucesivos. Lo que definió parte de su compromiso vital por los más débiles fue (según cuenta él mismo en sus diarios y en su autobiografía titulada La Gallina ciega), la carga de guardias civiles contra los ciudadanos en el movidito año de 1917, cuando Max sólo tenía trece años y vivía en Valencia.

Navarro Ledesma fue uno de esos periodistas madrileños que se reunían en el Café de Levante (el mismo donde la copla de León y Quiroga dice que, entre palmas y alegrías, cantaba La Zarzamora). Fue amigo íntimo del escritor de la Generación del 98 Ángel Ganivet, quien le escribió a él una carta contándole que iba a suicidarse. La conferencia que Francisco Navarro Ledesma pronunció en Madrid sobre su amigo muerto traspasó fronteras. Ledesma fue un estudioso del Quijote mucho antes de que Zapatero lo llevara al congreso de los Diputados con motivo del cuarto centenario de su publicación. De sus estudios se nutrió Ortega y Gasset (quien estudió de niño y adolescente en el colegio Miraflores de El Palo en Málaga), y su visión cervantina le sirvió para enfrentarse ni más ni menos que a Unamuno.

Dicho esto, ¿merecen ambos personajes, cuyos ilustres nombres hacen esquina en la zona de Teatinos en Málaga, una controversia tan injusta e incívica? Ambos sentenciarían de manera expeditiva, a buen seguro, la disputa entre ayuntamiento y Salud de la Junta -para variar- acerca de a qué administración le corresponde hacer accesible el centro de salud que hace esquina entre Aub y Ledesma, para que crucen la carretera sin paso de cebra y entren y salgan del ambulatorio sin peligro personas discapacitadas, ancianos con dificultades motoras y padres con niño en carrito.

Una administración competente no puede contestar al ciudadano, ante una reivindicación legítima que beneficiará a toda la sociedad, urgente y de sentido común, que lo arregle la otra. Hemos pasado del "vuelva usted mañana" al ´por aquí no vuelva´. Si Aub y Ledesma levantaran la cabeza?