Creo que el presidente del Gobierno no se parece en casi nada al retrato que el genio de Antonio Machado hizo del prenda de don Guido. Entre otras cosas, el timonel hispano no es andaluz, ni galán ni algo torero. Pero a mí se me ha venido a las mientes el formidable texto machadiano. Cabe decir que tampoco ha sido un capricho de mi entramado neuronal el que se me haya incrustado entre las cejas el texto del gran Machado. Ya me dirán si no si los versos que siguen no le cuadran al ínclito monclovita: "Gran pagano, / se hizo hermano/ de una santa cofradía; / el Jueves Santo salía, / llevando un cirio en la mano –¡aquel trueno!–, / vestido de nazareno." Ahora sí, ahora vemos paralelismos entre el Guido machadiano y el teófobo que se hizo más de diez mil kilómetros para citar un párrafo mutilado del Deuteronomio delante del César Imperator. Gran pagano, según él mismo, se hizo hermano, por un día, de la santa cofradía que en Washington, una vez al año, salía con la biblia en la mano. Todo sea por complacer al César. Pero ni que decir tiene que el Imperator no es tonto. Es cualquier cosa menos bobo. Y fue por eso que conociendo ya a este don Guido en versión pret a porter, y viendo y oyendo que el texto estaba seccionado, amputado, y que al orador hispano no le dio la gana de hacer lo que hicieron los cientos de asistentes al desayuno de oración washingtoniano, o sea: inclinar la cabeza al tiempo del rezo, ni corto ni perezoso no le saludó al final; se dio media vuelta y enfiló la Casa Blanca, mientras mascullaba algo así como que no te enteras, Contreras.

Y es que el procónsul hispano no acaba de enterarse de lo que es la presencia de Dios en el pueblo norteamericano, y por ende en su Gran Jefe. Ante un pueblo que tiene en su escudo fundacional el lema "In God we trust", "En Dios confiamos", no se puede ir con recortes, regates y remiendos del texto que es la palabra de Dios mismo. Se puede ir, pero corres el riesgo de quedar como Cagancho en Almagro y que al final te dejen marchar por la misma puerta por la que has entrado. Si encima va y hace una apología de la amoralidad hablando de una cosa a la que llamas "autonomía moral", y te dejas ir con un burdo juego de palabras para tratar de oscurecer y minimizar la divina expresión de "la Verdad os hará libres", entonces no te digo como se pone el personal. Y es que el orador ibérico confunde la verdad con la Verdad, las minúsculas con las mayúsculas, y en ese detalle ortográfico reside la toda la madre del cordero y del carnero. En fin, toda una ceremonia de la confusión propia del que va a por uvas y sale trasquilado. Y es que ya nos lo decían nuestros padres hasta la saciedad: hijo, hay que saber estar en cada sitio y lugar; donde fueres haz lo que vieres y no des nunca la nota. Pero al gobernador de Hispania le va la marcha del desentono, del rompe y rasga y del aquí estoy yo porque he venido. Las consecuencias son palpables y evidentes.

Cabe cerrar este artículo tratando de advertir, una vez más, a los corifeos que le han preparado al señor procónsul esta actuación ciertamente memorable que la próxima vez, si hay próxima vez, en vez del texto del Deuteronomio con typex podían ponerle por delante un texto del libro del Éxodo que va del capítulo 7 al 11: las plagas de Egipto. Cita esta más acorde con lo que está cayendo sobre la pobre patria infeliz de Hispania. En concreto la novena plaga, la tienen en el capítulo 10: las tinieblas. Tres días estuvieron los egipcios a oscuras sin poder moverse. Bastantes más días llevan los casi cinco millones de parados españoles viéndolo todo negro zaíno, oscuro intenso, tenebroso total. Mientras, la fiesta sigue para los amiguetes de la infinita subvención, para los que se reparten la nación a dentelladas y para los que se jubilan con casi ochenta millones de euros de pensión. La indecencia de nunca acabar.