Nuestro hermano José Luis nos ha dejado sintiéndolo mucho. Y se ha marchado con nuestros padres, Diego y Juana, el tercero en orden de edad de los cinco hermanos que componen esta familia Morillo Galeote.

Se ha ido silenciosamente, con grandes manifestaciones de cariño hacia todos los que le rodeábamos en esos momentos tan decisivos y trascendentales, con un gran valor, mantenido ya después de unos meses de fuerte tratamiento médico y una gran intervención quirúrgica por la grave dolencia pulmonar que sufría. Pero, a pesar de todo, no se esperaba tan pronto su partida de entre nosotros, cosa que nos ha sorprendido y dejado muy entristecidos y sin reacción todavía real. Nos queda, eso sí, en el recuerdo, el acérrimo acopio de toda su vida, su gran personalidad, su trabajo continuo en muchos campos de la actividad humana, sobre todo el desempeñado tan pulcramente en la Diputación de Sevilla, donde ingresó por oposición con el número uno, sin doblegarse a intereses particulares de ningún tipo, sino solamente a la verdad y bienestar de los demás.

Asimismo, ejerció su función de profesor en la Escuela de Ingenieros con eficacia y pedagogía durante 25 años. En fin, ha sido uno de esos ejemplares humanos capaces de combinar una clara inteligencia, amor al saber, con una gran bondad y nobleza, un enorme corazón lleno de sencillez y humildad para todos los que le trataban y tuvieron la suerte de conocerlo a fondo.

Por eso ahora, empezando por su esposa, hijas, hermanos, sobrinos y demás familiares, somos incapaces de asimilar su pérdida, la muerte de un hombre bueno que aún podría dar mucho de sí mismo a propios y extraños.

Ahora estarás, José Luis, gozando de la compañía de nuestros queridos padres, junto a Dios, y desde allí seguro que no nos olvidarás y nos mirarás con dulzura, con la misma que te acompañó toda tu vida y con la misma que nos despedimos de ti en esa habitación 507 del Hospital Virgen Macarena de Sevilla.