La vicepresidenta de Gobierno, se reunió con el ministro del Interior para prever las acciones de los piquetes de forma que toda persona que no quiera ir a la huelga pueda hacerlo con entera libertad. En este periódico abunda en lo mismo Ignacio A. Castillo, y en otros no digamos.

Sin embargo, nada hacen por combatir a los piquetes que no dejan que los trabajadores vayan a la huelga con entera libertad a ejercer su derecho; por ejemplo casi todos los empresarios. Si el piquetero que te amenaza, es tu jefe, lo tienes crudo. Eso sí, ejerciendo un derecho que le da la propia ley por la que se protesta.

Si vas a la huelga serás un héroe, si además eres sindicalista y haces propaganda serás un mártir. Así que por pocos que vayan a la huelga será un éxito.

¿Qué dice el Gobierno de esos piquetes que coaccionan para que no vayamos a la huelga? ¿Dónde queda el derecho a la huelga de los trabajadores?

Vamos de piquetes. Pedro Gómez Palacios. Torrox Costa

Mi padre me dijo una vez que, en su trabajo, los jefes colocaban siempre como capataces a los tipos más brutos, zafios y analfabetos de la plantilla. Así conseguían una fidelidad a toda prueba y la seguridad de que sus deseos serían cumplidos a rajatabla. Naturalmente, los que tenían la desgracia de estar a las órdenes de semejantes tiparracos lo pasaban bastante mal en el curro, a no ser que se uniesen a la tropa de pelotas que mariposeaban alrededor de estas primitivas criaturas, pero no fue ese el caso de mi padre.

Al día de hoy se sigue empleando el mismo sistema. Ahora los capataces, o jefecillos, se camuflan bajo una ligera pátina de civilización y pueden parecer amistosos, comprensivos, e incluso buenos compañeros, pero no lo son. Los mandamases de turno siguen eligiéndolos igual que antiguamente porque saben que son como los perros de presa, ni siquiera hay que amaestrarlos, la mala uva la llevan en los genes.

A pesar de todo puedo comprender a estos palafreneros y sentir cierta compasión por ellos, no dan más de sí. Los que no tienen perdón son los que los utilizan. Esa gente sí que es perversa. Sólo espero que algún día los mangurrinos muerdan las manos que les dan de comer.

Mangurrinos. Rafael Baeza Rodríguez. Málaga