El sábado pasado, los cofrades tuvimos la oportunidad de disfrutar del pregón de la Semana Santa de Málaga a cargo de nuestra querida Cari Ledesma que giró en torno a la caridad como una virtud esencial del cristianismo. La caridad es la virtud teologal por la cual los cristianos amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, y ese sentimiento nos impulsa a la solidaridad con nuestros semejantes.

En estos momentos de crisis económica y de valores, los necesitados precisan ayuda material y emocional, y por ello, en la mayoría de los casos agradecen que la colaboración no se limite a entrega de dinero o alimentos, sino que se complemente con muestras de solidaridad y comprensión que reconforte y motive para superar la situación. Cuando desde la Iglesia, o en nombre de ella, se ejercita la caridad se está ofreciendo colaboración integral al necesitado. No sólo se ayuda al prójimo en el plano material sino también en el espiritual, y ello es lo que le diferencia de la mera labor social. No se trata sólo de ayudar económicamente al prójimo sino que conlleva un compromiso e implicación con el necesitado hasta el punto de sentir su situación como propia para ayudarle a superarla a partir de valores cristianos. Soy partidario de que las ayudas se canalicen a través de instituciones de la Iglesia (como Cáritas) porque suelen ser más eficaces, al disponer de estructuras administrativas mínimas y contar con un importante número de voluntarios desinteresados. Se trata de una labor que viene a corroborar el bien que hace la Iglesia y el mensaje de Jesús al mundo. Estoy convencido de que cuanto más nos acerquemos a la Iglesia, y por ende a Dios, mejor nos irá a todos. Las cofradías pueden ser un gran medio para ello.