El discurso de Navidad del Rey está ya cocinado y listo para sacar del horno mañana mismo. Al mismo tiempo que el pavo. Y este año viene con cinco raciones, una en castellano y otras cuatro en las lenguas cooficiales. Ahí es nada para que nadie se enfade. Cinco versiones de un discurso que perdió fuelle durante años y que quedó limitado al clásico y parodiado «me llena de orgullo y satisfacción». Pero ya el año pasado, con el escándalo Urdangarin en la calle, el monarca recuperó audiencia. Y esta Nochebuena el tema promete de nuevo. El culebrón de Botsuana, la caza de elefantes y elefantas y las caídas regias han sido noticia y trending topic y volverá a haber expectación ante las palabras de don Juan Carlos. Qué envidia deben tenerle ahora esos otros que también protagonizan spots navideños aunque con menos éxito. Por estas tierras, Griñán, De la Torre y sus asesores deben haberle dado más vueltas que nunca a sus respectivos discursos. ¿De qué hablar para captar la atención de una audiencia aburrida ya de palabras huecas y promesas incumplidas?

El alcalde no lo tiene fácil, sobre todo después de haberse propuesto en su mensaje de 2011 «mejorar el servicio de limpieza y de transporte público». Tras esas palabras, 2012 le tenía preparado un conflicto con Limasa y otro con la Junta por el metro. Sus deseos navideños se fueron al traste. Los trabajadores de la limpieza amenazaron con la huelga el pasado octubre aunque la cosa no llegó a mayores. Y mientras la ciudad ha seguido con rincones en los que el paso de la escoba está lejos de notarse como mostró una campaña tuitera del PSOE. Málaga funciona, dijo entonces el equipo de gobierno y anunció un plan de baldeo con detergente y todo.

En cuanto a la mejora del transporte público, De la Torre se referiría seguramente a las marquesinas inteligentes de las paradas de los autobuses de la EMT, un gran invento para sortear manifestaciones y otras incidencias. Es de suponer que el regidor hablaba de autobuses en su alocución navideña, porque en cuanto al metro las distancias con la Junta son grandes y no sólo porque la Consejería y la consejera Elena Cortés estén en Sevilla. Con el tramo del Centro bloqueado y dos posturas distintas y distantes, el espíritu navideño no está presente en la relación entre el Ayuntamiento y la Consejería de Fomento, ahora en manos de Izquierda Unida. La última entrega del serial ha sido el chritsma en forma de ultimátum lanzado por el alcalde: o el metro va soterrado o que no se haga. Habrá que ver qué temas elige este año el regidor para su discurso, aunque más le vale no volver a tocar asuntos tan espinosos.

El presidente andaluz también tiene una buena papeleta por delante. Como no hay dos sin tres, es más que probable que la crisis vuelva a centrar su mensaje aunque la incógnita es qué tono tendrá en esta ocasión. En 2010, Griñán admitía la negra situación pero su discurso era optimista hasta el extremo de asegurar que Andalucía saldría pronto de ésta. Una esperanza que desapareció en 2011, cuando optó por asumir la realidad y adornarla con un enigmático «esta crisis va a suponer un punto de inflexión histórico». Nada mejor que combinar unas cuantas frases hechas para salir del paso. En esta línea, este año tocará aquello de «tenemos una hoja de ruta» para superar el momento. Tal vez sería más útil un simple ¡feliz año nuevo!, sin más adornos.