Ahora que el propio Papa de Roma hace revisionismo histórico reformando el pesebre, quizás sin quererlo nos está enseñando un camino: conviene que todos hagamos revisionismo. Se trata de «revisar» todo lo que nos dicen, todo lo que nos «informan», todo lo que nos «opinan». Porque la manipulación es cada día más sutil, cuando es necesario, y más burda, más de grandes brochazos, cuando saben que ya hemos «internalizado» (hemos «hecho nuestras») algunas grandes falsedades. La cosa no es sencilla porque hay verdades incluso en la propaganda más descarada.

Hasta en lo «políticamente correcto» hay distintos niveles. Se puede afirmar, por ejemplo, la necesidad vital de una sociedad laica, en nombre del racionalismo; pero igualmente «correcto» nos resulta clamar contra una sociedad carente de valores morales, en la que impera la codicia y que arrasa con la legislación sancionadora de la corrupción (o que directamente la salta por encima). Y puede aparecer una tercera afirmación que hace entrar en contradicción las dos anteriores: en muchas ocasiones el «parapeto», la valla moral viene de la mano de una creencia religiosa que respalda aquellos valores morales cuya pérdida tanto lamentamos.

En esta etapa vivimos -tanto que a veces ni lo registramos„ un permanente «bombardeo» de información/opinión (se ha perdido prácticamente la antigua separación) sobre el primitivismo o la brutalidad del islamismo, que parece conspirar contra todo avance hacia la Modernidad. Particularmente nos han creado un serio temor a la actitud del mundo árabe y musulmán respecto a las mujeres. ¿De qué modo podemos revisar -constantemente„ese martilleo propagandístico que, por desgracia, se basa muchas veces en hechos reales e incontrastables? He ahí una de las claves para afrontar la manipulación permanente.

¿Cuánto ha sido el avance real en la situación de la mujer en «nuestro» mundo desarrollado? Poca o mucha -nos dirán„ en Occidente la mujer está notablemente mejor que en el mundo islámico. Y eso está también fuera de toda duda.

Pero€¿por qué el mundo islámico se resiste a admitir la igualdad hombre/mujer y frecuentemente aún retrocede y recupera antiguas restricciones o crea nuevas formas de sometimiento femenino? Y aquí surge una de las cuestiones principales. Árabes y musulmanes padecen constantemente la agresión de Occidente: ataques masivos, prisiones clandestinas, asesinatos selectivos, invasiones, bombardeos€ En suma: Occidente exporta a esos pueblos toda una forma de «civilización» que se expande por la violencia. No hay posibilidad de distinguir, de separar (alguna vez llamé a estas formas imperiales ´un pack indivisible´ como el de los hiper) entre unas cosas y otras porque todas representan la ideología del imperio, del sometedor, del amo. Estos pueblos se debaten entre el mensaje «modernizador» (que sus minorías intelectuales muchas veces asumen) y la agresión constante en la que tal mensaje viene «envuelto».

Llegados a este punto, muchos dirán que la explotación o el sometimiento de la mujer es absolutamente inadmisible. Un principio con el que estamos obviamente de acuerdo. ¿Pero hasta el punto de atacar y bombardear a los pueblos que no lo respeten?

Ahí surge un nuevo aspecto necesario para la «revisión»: que la propia Modernidad (hemos hablado hace algún tiempo de «La Modernidad expropiada») ha ido perdiendo por el camino sus propuestas principales€ que se ha ido vaciando de contenido€Que la reivindicación de la mujer es de las pocas que mantiene su fuerza €.¡quizás porque media humanidad la hace suya de modo constante! Pero va dentro de un conjunto, el de los derechos humanos y la democracia misma (el «pack indivisible») que ha ido perdiendo su valor. Hoy se habla, sin ocultaciones, de tomar medidas «después de las elecciones», para que quienes somos en teoría los «soberanos» no podamos decidir€ O de «técnicos» que se encaraman al gobierno sin necesidad de ganar elecciones€

La Modernidad se ha ido quedando vacía€.¡Pero en su nombre se sigue bombardeando, encarcelando y torturando! Esos pueblos, constantemente atacados, no van a poder avanzar en el sentido laico e igualitario, justamente mientras sigan sometidos al ataque constante de los presuntos «civilizadores». ¿Y esto? ¿No es también inadmisible?

Frente a manipulación constante, revisionismo constante (al fin, el Papa da ejemplo un crudo ejemplo: hasta el buey y la mula del pesebre estaban en precario y han sido recortados).