Ya tenemos al presidente de la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM), Javier González de Lara en la carrera por la presidencia de la patronal andaluza CEA, una institución que está a punto de celebrar su 35 aniversario y que, la verdad, no pasa por sus mejores momentos, ni a nivel interno ni en lo que es su proyección pública. Todo lo contrario. La institución mantiene un déficit de más de 12 millones en su presupuesto, a consecuencia del recorte de cursos de formación por parte de la Junta, y tiene pendiente el pago a la administración andaluza de casi un millón de euros por subvenciones recibidas para proyectos de cooperación que en su día no fueron ejecutadas. Su actual presidente, Santiago Herrero, también ha visto muy erosionada su figura después de que un juzgado de Sevilla admitiera a trámite una denuncia penal contra él (entre otros) por una presunta estafa presentada por siete empresas suministradoras de una promoción de 583 VPO de la Fundación para el Desarrollo del Sur de Europa (FDSE), vinculada a la CEA. Este caso (en el que las viviendas no han sido entregadas) ha propiciado que el banco malo, la Sareb, haya trasladado a la Fiscalía la documentación relativa al proyecto por un desfase económico de entre 12 y 14 millones. También que la Junta haya planteado el reintegro de otros 1,7 millones en ayudas a la FDSE. Un oscurísimo asunto que empaña la trayectoria de Herrero y que, sin duda, ha pesado en su renuncia a repetir en la presidencia de la CEA. Mucho más que los 12 años que acumula en el cargo.

Los problemas en la patronal andaluza, que además ha tenido que aplicar dos ERE a su plantilla, se unen al escándalo de las facturas falsas en la UGT y colocan a los agentes sociales, de cara al ciudadano, en el punto de credibilidad más bajo de su historia. De hecho, no son pocos lo que creen que el actual modelo de concertación social entre la Junta, la CEA y los sindicatos necesita de una profunda revisión. Antonio Maíllo, de IU, hablaba ayer mismo en este sentido.

Está claro que a González de Lara, de salir elegido (lo que parece bastante probable, ya que aparece como candidato de consenso), le espera una dura tarea. Su primer reto será lograr que la CEA deje de ser vista como una extensión del centralismo sevillano. Recordábamos ayer que la CEA, con la excepción del malagueño Manuel Martín Almendro a inicios de los 80, ha tenido por norma presidentes sevillanos (Manuel Otero Luna, Rafael Álvarez Colunga y el propio Herrero). González de Lara quiere aplicar un nuevo modelo organizativo que reparta el peso entre todas las provincias y, como primera declaración de intenciones, pretende compaginar el cargo con la presidencia de la CEM. Su llegada a la presidencia sería, sin duda, un nuevo reconocimiento implícito al papel de Málaga como motor económico de Andalucía.