Tenía que pasar. Es verano y el calor es noticia. Con permiso de Grecia, las altas temperaturas acaparan titulares y los mapas se tiñen de un rojo que provoca sudores con sólo mirarlo. Aunque uno esté tan a gusto al fresquito del bendito aire acondicionado, el efecto calor nos invade. Las noticias sobre el mercurio son un clásico del estío. Hay cosas que no cambian. Como tampoco lo hacen otros clásicos que también nos hacen enrojecer y elevan la temperatura. En lo político, pese a la proclamada regeneración, se tambalea un pacto a los veintitantos días de firmarse. El escenario es Mijas y los protagonistas el alcalde y el exalcalde, Juan Carlos Maldonado y Ángel Nozal. Un Ciudadano y un Popular que no se entendieron en el pasado y que tampoco lo hacen ahora. El diálogo fue un espejismo. Como el paso de otra Ciudadana, Irene Rivera, por el Parlamento andaluz. La diputada elegida en marzo aspira a ser candidata al Congreso de los Diputados. El compromiso andaluz se derrite poco después de pisar el Hospital de las Cinco Llagas. Escenario que Rivera aún comparte con Teresa Rodríguez, líder de Podemos en Andalucía que forma parte del movimiento que critica las primarias en el partido de Pablo Iglesias. Nuevos partidos, viejas formas.

En lo económico también vence la inercia. Los bancos, pese a la crisis, continúan mandando en el sector inmobiliario. Fueron los dueños y señores de las hipotecas los años del boom y ahora mantienen la vara de mando. Son prácticamente los únicos que promueven y venden pisos y asfixian a las comunidades de vecinos con sus impagos. Casi 18 millones de euros deben en Málaga en cuotas correspondientes a viviendas de su propiedad. Primero desahuciadores y después morosos. Mientras la morosidad de los propietarios particulares se mantiene o se reduce, la de los bancos no deja de aumentar.

Hace calor. Soporífero y aburrido.