Los escolares andaluces llevan ya casi un mes de vacaciones pero aún les quedaba una nota por saber. Pero que nadie se alarme. Han sacado casi sobresaliente. Los resultados son incluso mejores que los del año pasado. Además, lo evaluado no es ninguna ´maría´ sino dos pesos pesados del currículum educativo, matemáticas y comprensión lectora. Según los resultados de la Prueba Escala, el 82% de los niños andaluces de 7 años destaca a la hora de razonar y resolver un problema matemático. El porcentaje se queda en el 63% a la hora de entender sin ningún error los textos que se leen pero también es mejor que el de 2014. Como no se trata de un ranking, tal y como apuntó ayer la nueva consejera de Educación, Adelaida de la Calle, no es posible saber a qué nivel estamos respecto al resto del país pero seamos positivos, lo que cuenta es avanzar. Todo un logro por el que hay que aplaudir a estudiantes y profesores que se esfuerzan y progresan pese a las guerras políticas, las leyes volátiles y la falta generalizada de medios humanos y técnicos. Es de agradecer, no obstante, que la consejera no haya perdido el espíritu combativo que la caracterizó durante sus años como rectora de la Universidad de Málaga y presidenta de los rectores españoles y reconozca que los resultados de Escala, aunque buenos, «no nos llevan a considerar que nuestro grado de satisfacción es del 100». De hecho, puede que lo más interesante de este tipo de pruebas sea precisamente saber cómo se actúa con esos alumnos que aún no han llegado a alcanzar una competencia tan importantes como la comprensión matemática y la lectora. Tras la comparecencia de ayer, en la que De la Calle no se privó de dar una buena nota a la gestión de la Junta al vincular los resultados de los test con las decisiones respecto a la Lomce, estaría bien que también se explicase cuál es el plan para que el porcentaje de alumnos brillantes aumente. Como también sería bueno escuchar a la otra parte, a esos profesores que critican año tras año la prueba Escala por su supuesto bajo nivel. Una sombra de duda que se mantiene invariable mientras los resultados que la administración proclama cada vez son, en teoría, mejores.