Recuerdo como si fuera ayer mismo la primera vez que vi una película de La guerra de las galaxias en el cine. Fue la primera vez que las volvieron a poner en pantalla grande, allá por los 90. Mi madre, camino de casa de mi abuela -que en paz descanse- me dejó en los Multicines Nuevos de Cádiz, que también pasaron a mejor vida, para ver en soledad y con emoción El imperio contraataca. También recuerdo nítidamente mi primer recuerdo galáctico, años antes, saltando de sofá en sofá de mi casa, vistiendo un horrendo pijama y blandiendo cual Luke Skywalker su sable láser una espada de mosquetero de algún carnaval. Era El retorno del jedi, y el comienzo de todo. Paradójicamente, no tengo ningún recuerdo de la primera vez que vi Una nueva esperanza, el comienzo de la saga. Sobre estas anécdotas y recuerdos versará mi jornada de reflexión de hoy, a la espera de ver el lunes la nueva entrega, el Episodio VII. Ya he votado por correo, así que la reflexión se la dejo a ese gran porcentaje que dicen que hay de indecisos que mañana pueden decidir el color de la nueva legislatura en nuestro país.

No sé si en estas 24 horas de darle al tarro sobre si meter en el sobre el color morado, naranja, azul, verde o rojo sirven realmente para decidir hacia donde orientar el voto. O para repasar unos quince días de campaña que, en mi opinión, han sido más de lo mismo salvando el tuteo en los múltiples debates de los candidatos de las formaciones emergentes o la hostia -porque las cosas como son, fue una hostia de categoría- a Mariano Rajoy en Pontevedra, un hecho lamentable y que repudio. La única hostia que quiero que se meta el presidente del Gobierno la espero mañana, en las urnas. Y en estas urnas es donde se estrena el episodio XI de nuestra democracia, una nueva esperanza para muchos, la amenaza fantasma, para otros. Yo solo les pido dos cosas: que vayan a votar mañana y que reflexionen en silencio. No me cuenten cómo va a empezar esta película, que quiero descubrirlo yo mismo a partir del 21 de diciembre.