Es una gran virtud, y más aún en estos días. Cuando los niños han estado repitiendo como un salmo lleno de ilusión y mocos: «Papá, ¿ya vienen los Reyes?», «Papá, ¿ya vienen los Reyes?», «Papá, ¿ya vienen los Reyes?»... y así hasta que caen rendidos el día 5 a las doce de la noche. Cuando suenan zambombas, panderetas y villancicos etílicos por cada rincón del centro de Málaga mientras uno intenta alcanzar el hogar sano, salvo y sordo. Y de las cenas familiares, ni hablamos. Diciembre es un mes para tener paciencia, y esa actitud se la han tomado al pie de la letra en La Rosaleda. ¿Quién habría dado un euro porque Javi Gracia fuera, aún en 2016, entrenador del Málaga CF? Cuando el conjunto blanquiazul sumaba tres derrotas consecutivas hace mes y medio y tocaba fondo, pero para coger impulso con los dos pies y convertirse, quién lo diría, es el equipo más en forma de Primera División -con permiso del Villarreal- gracias a dos empates y cuatro victorias consecutivas que le han elevado más allá de mitad de la tabla, haciéndole mirar, y no es exageración, más hacia arriba que hacia abajo. Vuelvo a preguntar, ¿cuántos de ustedes no habrían largado al técnico navarro cuando el Málaga CF se convertía en colista tras perder con el Espanyol? La visceral y milagrosa reacción blanquiazul me recuerda al Sporting de Gijón de la temporada 2008 que, dirigido por Manolo Preciado, recibió un saco de goles más que importante en el inicio liguero -Real Madrid y Barcelona se cebaron con los asturianos- para después resurgir del farolillo rojo y firmar una permanencia más que honrosa... con Preciado en el banquillo. Esperemos que con el mismo resultado, el Málaga siga este ejemplo, al igual que la directiva malaguista, la forme quien la forme o esté donde esté, no se haya precipitado y haya contado hasta tres antes de tomar una decisión equivocada. Y si, en esta ocasión, el jeque Al Thani ha acertado no destituyendo a Javi Gracia, se dice, y no pasa nada.