Algunos afrontamos la espera con la excitación propia de la víspera de Reyes Magos. Puede que en esta ciudad nos hayamos acostumbrado a las inauguraciones museísticas, pero intuyo que todos sabemos que en esta ocasión es diferente. No se trata de la curiosidad ante la novedad sino de la emoción del reencuentro. Tras una larguísima ausencia de casi dos décadas -paliada levemente por algunas exposiciones parciales de los fondos del Bellas Artes que tuvieron lugar en el Palacio del Obispo y en la propia Aduana- los malagueños vamos a confrontarnos de nuevo con lo que fuimos, pues eso es en definitiva lo que alberga ese formidable contenedor que es el Palacio de la Aduana. El Museo de Málaga abre sus puertas al fin este lunes 12 de diciembre, y muchos apenas podemos contenernos ante la perspectiva de visitar sus salas.

No hay que olvidar que dicho Museo de Málaga existe como tal desde 1973, cuando se fusionaron en una única entidad el Museo Arqueológico Provincial y el Museo Provincial de Bellas Artes, que tenían sedes distintas y que a partir de entonces pasaron a ser dos colecciones de un museo único. Hay que celebrar que no llegaran a buen puerto ciertas visiones miopes que intentaron que esta unificación no fuese posible. Se impuso la cordura y al fin van a poder admirarse las dos colecciones juntas en un recorrido histórico desde la antigüedad hasta nuestros días.

Para calmar los nervios, hojeo la guía del Museo de Bellas Artes publicada por la editorial Everest en 1989, cuando la sede de éste era todavía el Palacio de Buenavista. Los efectos son contrarios a los buscados, como ya habría vaticinado Pavlov. Que llegue ya la semana próxima, por favor.