Según Mateo, los Reyes llevaron al Portal de Belén oro, incienso y mirra. De niño entendía lo del oro, medio entendía lo del incienso (no veía su utilidad junto a una mula y un buey), y patinaba del todo en lo de la extraña mirra. Ahora todo está más claro, debido a que en materia de gustos sobre regalos las cosas no han cambiado tanto. La mayor parte de los anuncios para el consumo de Reyes son de perfumes, o sea, incienso y mirra, y luego me parece que van los de joyas y adornos más o menos dorados, o sea, el dichoso oro. Tanta magia que tenían los Reyes y la imaginación no les dió para más, seguramente porque en materia de cosas no hay mucho más. Los valores entendidos sólo valen si son entendidos por todos, y el oro y los perfumes funcionan, aunque en sí mismos no valgan para nada. En ese sentido, los Reyes, tan prácticos, no desentonarían hoy como expertos en la Bolsa de valores.