Donald Trump lleva ya 80 días en la Casa Blanca y ha hecho muchos tuits agresivos que han alarmado. ¿Pretende debilitar a la Unión Europea? ¿Va a acercarse a Putin? ¿Quiere liquidar el consenso liberal en el comercio mundial y volver al proteccionismo? Son preguntas pertinentes, aunque algunos empiezan a pensar que tras una serie de fracasos, Trump da signos de desorientación e incluso puede estar cambiando.

En una entrevista al ´Financial Times´ (muy crítico con su presidencia) declaró que el encuentro con la canciller Merkel, a la que tanto había criticado, había ido muy bien. Y estos días recibe al presidente chino Xi Peng en una reunión que puede ser clave para el comercio entre los dos países -han surgido en su equipo diferencias sobre la agresividad proteccionista- y para la estabilidad internacional. Ahí está también el asunto de Corea del Norte.

En Estados Unidos a Trump le han parado los pies. Su gran derrota ha sido no lograr que el Congreso aboliera el ´Obamacare´, la ley de sanidad pública de Obama, que era su gran obsesión. Y ha fracasado, entre otras razones, porque el grupo más ultraderechista de los republicanos, el ´Freedom House´, le ha dado la espalda. No domina el partido republicano.

La segunda derrota ha sido ante los jueces que ya han paralizado sus dos órdenes para prohibir la entrada en Estados Unidos de ciudadanos de siete países mulsumanes, eje de su campaña contra el Islam y los extranjeros.

El tercer problema -no es una aún una derrota- es la serie de filtraciones e investigaciones sobre ligámenes de personas cercanas al presidente con la Rusia de Putin y la sospecha de que los servicios rusos atacaron la campaña de Hillary Clinton. Es algo que incluso podría acabar en un ´impeachment´.

Pero esta semana se han producido dos hechos que pueden indicar que el presidente ha iniciado una inflexión. El primero, la destitución de su Rasputín político-mediático, Steve Bannon, de su cargo como miembro permanente del Consejo de Seguridad Nacional (CSN). El anterior presidente del CSN, el general Flynn, tuvo que dimitir por mentir sobre sus relaciones con Rusia y ahora, tras su sustitución por el general McMaster, el presidente ha decidido apartar a Bannon, cuyo nombramiento sorprendió y causó gran malestar, tanto por su extremismo como porque nunca antes un consejero político había estado en el CSN.

El segundo hecho, el ataque con misiles a una base siria tras la conmoción provocada por la utilización de armas químicas que causaron víctimas infantiles, puede ser mucho más relevante. Supone romper con las tesis aislacionistas y recuperar, de alguna manera, la política de Obama y de otros presidentes de actuar no sólo en clave de ´America first´ sino también del orden internacional y de principios humanitarios.

Usar la fuerza contra el dictador sirio puede reforzar la imagen de un presidente en rápida pérdida de popularidad. Con la ventaja añadida de que Obama, que había dicho que tomaría medidas de represalia si Assad utilizaba armas químicas contra la población civil, finalmente hizo marcha atrás. ¿Intenta Trump dar la imagen de un presidente fuerte que sucede a otro débil?