Hace un año y medio tuve que dejar de dar clase en los Maristas. La ley era clara: los periodistas, por más máster en profesorado con especialidad en Lengua que tuviéramos, no podemos dar Lengua y Literatura.

El Real Decreto de Gabilondo lo decía claro: licenciados en el área de Humanidades. Los periodistas debemos trabajar con la azada en lugar de tener como herramienta la palabra. Podemos dar Sociales y, dependiendo de los créditos cursados, hasta Economía o Matemáticas aplicadas.

La Administración es confusa. Hace tres semanas Adelaida de la Calle, entonces todavía consejera de Educación, decía que los profesores que, siendo periodistas, ejercían como profesores de Lengua en centros privados y concertados durante dos años desde 2010 podrían seguir trabajando.

Un año y medio tarde para mí, Adelaida. Yo empecé en 2013 y duré dos años y poco, pero no habrán valido. Me cortaron desde la Delegación de Educación. Intachable con la ley en la mano, decisión indiscutible e inapelable. Pero Adelaida, es cuestión de ponerse serio, de aclarar las cosas y no liarlas. ¿Qué hago ahora, Adelaida? ¿Me manifiesto en sabe Dios dónde? ¿Me callo? ¿Pataleo? ¿Espero sentado a qué Méndez de Vigo sea responsable y firme un Real Decreto que me vuelva a permitir dar Lengua? Lo más probable es que esté perdido y equivocado.

Prefiero patalear y celebrar que el Colegio Andaluz de Periodistas está trabajando en solventar esta situación que, en palabras de gente que sabe de esto, es cuestión de tiempo que se subsane esta insensatez de prohibir que los periodistas podamos ser profesores de Lengua.