Después de los últimos partidos hay poco más que decir. Estamos en Segunda. ¿Y qué? Sufriremos, nos tragaremos la bilis que nos gustaría soltar hacia aquellos odiadores que siempre aparecen cuando más duele. Es lo que hay. Un proyecto deslavazado, una plantilla muerta cuyos jugadores resucitan sólo cuando salen de La Rosaleda hacia otros equipos. Parece que este año nos ha tocado recibir un mal de ojo. Nos vamos a Segunda, con todo lo que ello conlleva. El año que viene otro proyecto, otras caras, otros colores en el campo, otros horarios€ Volver a la cruda realidad.

El pasado fin de semana escuchaba la radio, uno de esos programas deportivos que sólo escucho cuando tengo tiempo. En este programa, Radioestadio de Onda Cero a nivel nacional, un grupo de exmalaguistas metidos a comentarista comenzó a despellejar en un aquelarre durísimo. Salva sacaba basura de la época en la que él salió de Martiricos; Manolo Hierro, el infausto entrenador de aquel descenso lamentable, se presentaba como un malaguista de pro. El peor: Schuster. En directo, sus compañeros de faena hablaron de «las razones que Bernardo conoce y no puede contar». Qué de lodo no habrá bajo aquella salida de Schuster y, sobre todo, qué de implicaciones políticas, deportivas, económicas y legales no habrá dentro de la gestión de nuestro equipo en los últimos años. A sufrir toca, malaguistas.

Tenemos unos resultados que merecemos según lo que se ve en el campo. No hay entrenador que pueda sacar petróleo de piedras secas. Los jugadores están con la cabeza en sabe Dios qué. Criticar a Miguel Torres por ver un partido cenando con colegas es sólo la demostración de que esta afición está harta. Seguiremos luchando, aunque sea en Segunda. Seguiremos animando, aunque sea en Tercera.