Una de las primeras preguntas que le hicieron hoy a De la Torre -una vez que anunció que volverá a ser candidato en 2019- fue si va a agotar el mandato hasta 2023. Si va a dejarle la alcaldía a alguien. O sea, el asunto no concluye con el anuncio del alcalde, no lo deja zanjado; más bien comienza de nuevo. Comienza y comienza y no acaba y va tomando la forma de un infinito y cansino bucle. Antes era si va a presentarse, ahora es si va a retirarse en 2019, en 2020 o cuándo. El alcalde no tenía razones para irse. Desprecia a su más acreditado aspirante a sucederle, no le ha hecho caso y además es el mejor activo electoral de un PP con ola adversa a nivel nacional. De la Torre ha vuelto a derrotar a todo el mundo. Incluida y primeramente a su mujer, Rosa Francia, acreditada comentarista política de radio que apostó fuerte por la marcha del regidor. Habrá que darle la razón cuando opine de nuevo que los comentaristas políticos no tenemos tanta influencia. Y si todo era una estrategia de cara a la galería para hacer más palpable un supuesto sacrificio de De la Torre, el precio a pagar ha sido alto: la renuncia a cierta intimidad matrimonial; sus disputas tienen balcones a la calle. De la Torre es feliz siendo alcalde. Es mucho pedirle a un hombre que renuncie a su felicidad. En aras de qué y por qué, se preguntará cada día. El alcalde ni siquiera quiso alabar a Elías Bendodo. Ahí claramente De la Torre entra en el terreno de la soberbia, la falta de disciplina de partido y el innecesario ninguneo. Sangrante. Poca galantería y generosidad de ganador, porque sin duda el alcalde ha ganado esta batalla. Es curioso: parece que todos querían que se fuera. Todos, salvo la mayoría de malagueños, al menos a tenor de los últimos resultados electorales. El alcalde, fiel a su estilo, ha dilatado los plazos, mareado la perdiz, magreado la margarita, todo lo que ha podido, todo el tiempo que ha podido. Eso seguramente es tener poder y saber manejarlo, manejando los tiempos, aún a riesgo cierto de que alguna gente piense de él que es inseguro e indeciso, cosa propia de quien no tiene las ideas claras. De la Torre cree que se debe a los malagueños, pero el favor se lo hace a sí mismo, por mucho que en su haber esté la gran transformación de Málaga. Es un gran día para la ciudad, dijo este lunes Elías Bendodo en Twitter. No nos cabe duda de que lo estará celebrando.