De butanero a estrella del pop. De cantar entre amigos a llenar plazas de toros. Del anonimato al éxito. Ese es el camino que, en solo unos meses, ha recorrido Marcos Borrego para convertirse en Demarco. Y casi, gracias a las redes sociales, sin moverse de casa. ¿Quién no ha escuchado y tarareado La isla del amor? Disco de oro digital, los sueños de Demarco ya son una realidad gracias a un barquito de papel.

En su caso se puede decir bien alto que nunca es tarde para dedicarse, y además triunfar, en lo que a uno le gusta.

La verdad es que sí. Todo esto me ha pillado un poco mayorcito [ríe]. Ya no esperaba poder dedicarme a esto, la verdad. Éste era mi sueño, pero un sueño de jovencito que conforme fui formando mi vida fui olvidando porque con la edad uno se vuelve más realista. Eso sí, nunca dejé de cantar porque me sentía músico y la música lo es todo. ¡Pero si me pasaba el día cantando allá donde iba y donde estaba! La suerte es que, todo el lío me ha llegado con la música y no con el fútbol, porque con 38 ya tenía edad para retirarme.

Usted sí puede decir que un golpe de suerte cambió su vida.

Sí, claro que sí, pero también con mucho trabajo. La suerte ha tenido en mi vida un papel importante y me ha echado una manita. Lo mio fue encontrarme en el momento adecuado y con la gente adecuada.

¿Qué sería hoy de Demarco sin las redes sociales?

Mi familia fue la que me animó, en el 2012, a compartir en las redes la canción Esa carita y la verdad es que tuvo mucha repercusión. Fue toda una sorpresa descubrir que a la gente le gustaba lo que hacía. Al tiempo, por facebook, le mandé la canción al músico y productor Maki y ahí empezó todo. Hasta entonces yo componía y me grababa porque me gustaba escucharme después. Antes era un poquito más tímido y me daba vergüenza subir canciones. ¡Menos mal que hice caso a mi mujer¡ Las redes fueron, y son, un escaparate total. Nunca me había dedicado a cantar y solo lo había hecho ante amigos o familiares. Muchas veces me habían dicho que cantaba bien y me habían animado a dedicarme a ello pero yo tenía mi trabajo y dar este paso me costaba. Para mí, la música era solo un hobby.

¿Y cómo lleva un seguidor del Betis que una parte de la promoción se la hiciera un madridista y sevillista como Sergio Ramos?

A mí me gusta el fútbol en general [ríe]. Soy amigo de mis amigos y no me gusta la competencia. Dicen que mi canción se escucha en muchos vestuarios porque Sergio Ramos la puso hace meses en el vestuario de la Selección y desde ahí la cosa se fue extendiendo [ríe]. Para mí, todo ha sido una sorpresa. También me escucha gente del baloncesto, eh. Un día me escribió Marc Gasol diciéndome que entrenaba con mi canción. Olé. Esto es un orgullo muy grande.

En fallas, su Isla del amor es la única canción que ha logrado plantar cara a Despacito.

¡Vaya alegría! Poderse medir a Luis Fonsi y a su Despacito es... es que La isla del amor ha sido una locura. Y no solo en España, ya que con la versión de Juan Magán ha sonado muchísimo en Panamá, Uruguay, Chile... Estoy contentísimo y orgulloso.

Cuando el éxito llega en plena madurez ¿se saborea más?

Se saborea pero también amarga pensar qué vendrá después y si esto continuará o no. Como todo me ha venido tan de golpe y el trabajo ha llamado al trabajo, no me ha dado tiempo a disfrutar. No sé si te lo creerás, pero hasta finales de noviembre no empecé a asumir un poco lo que me estaba pasando, iba tan loco que no sabía ni dónde estaba.

De su madurez, y sobre todo de sus vivencias, da cuenta en sus letras.

Las vivencias con 38 años no tienen nada que ver con las de un chico de 20, aunque con esta edad todo se vive de forma más intensa.

¿En estos momentos compone para usted o para otros?

Las dos cosas. Estoy embarcado en el próximo disco que saldrá a final de año pero sigo componiendo porque esta es mi forma de expresarme. Componer me sirve para desahogarme y sacar para afuera lo que llevo dentro. Soy de los que está en continua creación.

Leí hace poco que no tenía claro qué hacer con su futuro. ¿Se va a dedicar a la música o va a seguir repartiendo butano?

Sí, ya lo tengo decidido. En el butano tengo una excedencia. Quiero dedicarme a esto pero depende del público que es el que escucha y te pone en lo más alto o en lo más bajo. Creo que haciendo las cosas bien, con honestidad y sabiendo lo que la gente quiere de mí, puedo seguir en esto.

Vamos a delimitar. ¿Hace flamenco pop, fusión o electrolatino?

Me gusta más hablar de fusión de flamenco que de flamenquito. Cuando se habla de flamenquito es como si le quitaras valor a un arte y una cultura como es el flamenco. La isla es más electrolatino y No digas mentiras más rock and roll. La fusión engloba muchos estilos.

¿Cree que ahora el público tiene menos prejuicios a la hora de escuchar este tipo de música?

Gracias a Dios se ha luchado mucho para ello y se ha conseguido. Camarón hizo una fusión con Paco de Lucía magnífica y gente como Niña Pastori o Pitingo nos han abierto muchas puertas a los que venimos detrás.

¿Cómo entiende la música?

Al principio era como un disfrute pero ahora es una responsabilidad y un trabajo. Me dedico las 24 horas a lo que me gusta y eso es increíble. No se despierta uno con la misma ilusión para ir a repartir butano que para hacer música. No tiene nada que ver.

Dicen que convierte sus directos en una gran fiesta.

El primero que se lo pasa bien encima del escenario soy yo y creo que la gente se empapa de eso. El público participa mucho, canta y baila mis canciones. La música es eso, disfrute, bien sea con una canción lenta o una rápida. Que la gente salga por la puerta del concierto, que diga que se lo ha pasado en grande y que durante dos horas se haya olvidado de los problemas, es un gran disfrute para mí.

Su música tiene tono festivo pero en sus letras habla sobre todo de desamor.

Es que la música es como la vida y, ni siempre estás de fiesta, ni siempre triste. Creo que un disco debe tener un poco de todo y siento que una de las claves de que mi álbum haya gustado es lo compensado que ha estado en ese aspecto.

¿Qué diría su padre si viera el éxito que ha alcanzado?

Seguramente se alegraría muchísimo pero también me aconsejaría que tuviera los pies en la tierra y que siguiera trabajando porque, con trabajo y constancia, se llega a muchos sitios. Sé que me diría que no me acostumbre a lo que tengo y que siga trabajando por conseguir algo más o mantener lo que tengo.

¿Tiene miedo a que esto se acabe?

Es que no está todo hecho y hay muchos artistas que han subido a lo alto y luego han estado unos años sin trabajar igual o sin conseguir gustar igual. En mi trabajo, hace cinco meses que renové la excedencia y tengo un poco de miedo a que las cosas no funcionen como lo hacen ahora.