Fue bonito mientras duró, lo que pasa es que se nos fue demasiado rápido. La Copa del Rey de 2010 ya es historia para el Balonmano Antequera. La ciudad la seguirá disfrutando hasta el domingo, pero con los de Antonio Carlos Ortega ya en la grada, comiendo pipas y soñando con lo que pudo haber sido y el San Antonio no quiso que fuera.

Será difícil olvidar lo de ayer. A pesar de la decepción final. El Fernando Argüelles disfrutó de lo lindo. Creyó en el milagro durante 50 minutos, pero a los de Antonio Carlos les falló la gasolina a la hora de ´matar´ el partido.

El cruce con el Reyno de Navarra era una finalísima. Ganar o morir. Pasar a semifinales o quedarse en el camino de los cuartos de final. Y en ese vértigo de cruzar o no la línea hacia las ´semis´, la moneda salió cruz. Una lástima para el equipo y para su ejemplar afición.

El Reyno de Navarra tiró de galones. Chechu Villaldea, técnico de los antonianos, sabía que tenía la ventaja de la profundidad de su plantilla para ganar. Antonio Carlos Ortega, por contra, contaba con el factor cancha y la ilusión acumulada de tantos días por hacer historia en esta cita con la Copa.

Pero el San Antonio fue mucho rival. Ya no se apellida Portland. Ya no tiene a Saric o Balic sobre la pista. Ya no es aquella máquina capaz de ganar, no hace tanto, la mismísima Copa de Europa. Le falta ´glamour´, pero sigue siendo un equipo compacto, con jugadores hartos de combatir en batallas épicas como la que tocaba anoche y con una veteranía que en citas así resulta decisiva para decidir quién sigue y quién se queda en el camino. Nikcevic, Mindegía y Ruesga, a la hora de la verdad, fueron los verdugos de un asfixiado Antequera.

Los pamploneses fueron mejores sólo al final. Los de El Torcal lo intentaron desde el segundo 1. Llegaron a mandar por 5, pero no aguantaron el ritmo en el esprint final.

Podemos hoy echarle la culpa de la derrota a la muñeca de Mindegía, a los tres penaltis verdes que se quedaron en el tintero, al gol en inferioridad de Fernando Hernández (26-28), a cierta irregularidad ofensiva... Pero lo cierto es que el Reyno de Navarra lo único que hizo fue cumplir con el pronóstico. Ellos eran los favoritos desde la razón mientras que los antequeranos lo eran sólo desde el corazón. Y en el balonmano muy raras veces la ilusión puede con la lógica.

El equipo local jugó una primera parte casi perfecta. Sobre todo en ataque. Los chicos de Ortega sabían que la principal carencia del rival era su portería. Ni Ristanovic (4/16) ni Besirevic (0/5) estuvieron acertados. El Balonmano Antequera lo aprovechó para mandar, excepto en el testimonial 0-1 inicial.

El trabajo de Baena en el pivote, los lanzamientos de Trivundza y el despliegue físico de todos los demás facilitaron 30 minutos iniciales de dominio absoluto. Sólo Nikcevic y Mindegía discutían algo la tremenda superioridad local a la hora del descanso (17-13).

Pero todo se complicó tras el intermedio. El Reyno elevó su eficacia ofensiva. Mindegía la tomó con la puerta de Jorge Martínez y a los 13 minutos de la reanudación el marcador se equilibró (23-23). Partido nuevo con poco más de un cuarto de hora para el final.

Un gol del veterano Fernando Hernández puso al Reyno por delante (26-27) por primera vez desde el 0-1. La alarma roja se encendió en la pista y en la grada del Argüelles con el siguiente gol del propio Hernández (26-28).

De ahí al final ya era un cara o cruz. Entonces apareció Ruesga y todo se acabó. Los navarros mañana estarán en ´semis´. El Antequera cumplió, pero...