Consignado mi estupor ante el hecho de que este artículo no aparezca en la sección de sucesos, supongo que las imágenes del técnico madridista entrenándose para los saqueos londinenses –sólo le faltó robarle a Guardiola la bolsa donde guarda el body cream shaving conditioner exfoliating lotion– habrán convencido al mundo de que ni Mourinho sobrevivirá a Florentino. Se amontonan los síntomas de que su segunda etapa en la presidencia madridista será tan vulgar como la primera. Pérez odia íntimamente a mamíferos como Ronaldo, Beckham o Mourinho, que escapan a su fervor burocrático. Y los cancela.

El dinero no da la felicidad. En el último minuto de la Supercopa, una banda de multimillonarios escenifican «El origen del planeta de los simios». Una vez que Mourinho contempla el derrumbamiento de sus certezas –nunca encajó cinco goles en una eliminatoria–, sólo cabe reprocharle que yerre en el destinatario de sus iras. Debió dirigirse al palco.

La superioridad del Barça es física, no moral. Sin ánimo de ponerle el dedo en el ojo a nadie, estoy francamente harto de las homilías de Guardiola, un fanático con piel de cordero. Si el Barcelona jugara sin Messi –a cambio de que el Madrid no alineara a Ronaldo–, se demostraría que el técnico azulgrana es notablemente inferior al portugués. O por lo menos, inferior a Mourinho antes de que pasara por la trituradora de fulminator Florentino.