No era una reunión de jefes de Estado, ni siquiera se estudiaba la vacuna de la enfermedad más contagiosa, pero el encuentro entre Rafael Nadal y Cristiano Ronaldo en Santa Ponsa tuvo tratamiento de alto secreto. Como mínimo. El tenista mallorquín y el delantero del Real Madrid rodaron el miércoles un anuncio de Nike en el Country Club de la localidad insular con un hermetismo tan exagerado como ridículo.

Las dos estrellas del deporte mundial compartieron risas toda la tarde durante la grabación de un spot de la firma deportiva que verá la luz dentro de tres meses y que la mayoría ha sido realizado por sus dobles. La organización se encargó de que no se escapara detalle alguno para que no trascendiera nada de un centro deportivo que dejó de serlo por una horas para convertirse en un auténtico búnker.

Unos treinta guardas de seguridad privada contratados por la productora custodiaban todas las puertas de acceso al recinto en el que ni los propios empleados del club podían acceder a la pista en la que se instaló el set de rodaje. El primero que llegó a Santa Ponsa fue el manacorí, que lo hizo con su flamante Ferrari blanco después de haber entrenado por la mañana en el Club de Tenis Manacor.

Eran las tres de la tarde y apenas tuvo tiempo de saludar a la decena de curiosos que esperaban ansiosos su llegada. Un poco antes de esa hora el futbolista estaba saliendo en avión privado desde Madrid, al disfrutar de día libre después de haber regresado en la madrugada del martes al miércoles procedente de Moscú, donde disputó la ida de los octavos de la Liga de Campeones. Incluso se especuló que se desplazaría en helicóptero desde Son Sant Joan, pero finalmente llegó con un vehículo de alta gama, con los vidrios tintados, a las 16.20 horas.

Tanto en la llegada de uno y otro se produjo una de las muchas situaciones esperpénticas que, por otra parte, los deportistas no son los responsables. En la del tenista muchos individuos se colocaron a su lado y tapándole para que no fuera el objetivo de la veintena de periodistas que aguardaban a varios metros desde la misma calle. Pero en el caso del futbolista fue todavía peor, ya que ordenaron al chófer que dejara el coche en la misma puerta, literalmente a menos de un metro del interior, para que no se pudieran captar ninguna imagen. De esta forma, el mismo vehículo –en la salida sucedió exactamente lo mismo– servía de escudo para perjudicar la mirada de curiosos y periodistas.

Ya en el interior, Nadal desplegó mucha más simpatía que Ronaldo. Algunos niños, que incluso dejaron el colegio para esperar en el salón junto a sus padres, socios del club, fueron obsequiados con autógrafos, pero no todos. Ambos comieron lo mismo, un sandwich ligero y una ensalada, acompañada únicamente por agua. No estaban obligados a hacer un gran esfuerzo después, pero algo sí que había que trabajar, por descontado.

Se cambiaron allí mismo, luciendo la ropa que Nike quiere que se ponga de moda la temporada que viene y por la que apuestan por estas dos personalidades del deporte para que la promocionen. El mallorquín, con una camiseta y pantalón blanco, mientras que el luso combinaba el gris con el negro. Ambos se desplazaron a unos metros, a una pista plagada de extras y los dos dobles, que es de césped artificial y que sobre este terreno de juego se instaló césped natural con la única intención de que Ronaldo no pudiera sufrir ningún problema muscular. Llamó la atención que en los escasos metros que separan el edificio principal de la pista un empleado le protegiera del sol con un paraguas, o quizá para que el astro no se despeinara.

Durante casi dos horas trabajaron sin pelota, sólo repitiendo algunos movimientos que posteriormente se editarán en post-producción. Hasta que llegó la diversión de verdad. Nadal ensayaba saques de tenis y Ronaldo respondía sin raqueta, controlando la pelota. El grito de «acción» se oyó más de una decena de veces, ejemplo de que se vieron obligados a repetir los escasos planos que debían rodar juntos. El resto del trabajo ya estaba hecho desde primera hora de la mañana por los dobles. Curiosamente el del número dos de la ATP también es tenista y, aunque su parecido físico es razonable, en el deporte de la raqueta apenas alcanza el número trescientos del ránking mundial.

Ya con la satisfacción del trabajo finalizado, Nadal y Ronaldo charlaron relajados acerca de su experiencia conjunta ante las cámaras y, por supuesto, de sus proyectos profesionales y personales. El madridista regresó al aeropuerto tras firmar algunos autógrafos para dormir en Madrid mientras que Nadal se marchó con su coche particular dirección Manacor después de una tarde con su buen amigo.