­Los accidentes ocurren. Y a primera hora de la mañana, ayer en Málaga, justo a las puertas del Estadio de Atletismo, ocurrió uno. En el mismo comienzo de la Maratón, un error estuvo a punto de arruinar el fabuloso trabajo de todo un año de muchísima gente. En la salida de los corredores del estadio se produjo una desgraciada confusión. Mientras el coche de la Policía Local y de la organización, con el cronómetro -que no funcionó durante los primeros minutos, por cierto-, avanzaban por la ruta adecuada, por la calle Mérida Nicolich, frente a la puerta principal del Martín Carpena, el tercero en discordia, de un canal de televisión, en vez de tomar la rotonda para dar la vuelta al estadio, siguió en línea recta en dirección a la zona del polígono. Y, en su camino, arrastró a la marea humana que seguía detrás. La carrera no había hecho más que empezar y aquello amenazaba ruina. Y es que lo que mal empieza...

Sin embargo, la organización no iba a permitir que tanto esfuerzo se desmoronara a las primeras de cambio. Hubo una reunión urgente en las entrañas del estadio. Planos de todo el recorrido y, en torno a ellos, el equipo de trabajo de la prueba, responsables del mismo Ayuntamiento, dirigentes de la Federación, miembros de la Policía Local... Se trazó una trayectoria alternativa. Un cambio de recorrido: dar esa vuelta inicial al estadio justo al final de la prueba. Se calcularon metros al instante con los medidores GPS y se estimó un error de entre 100 y 150 metros de más. Se trataba, en este dantesco escenario, de ir a lo seguro. Porque si la prueba no cumple con los 42.195 metros establecidos los tiempos y registros no son homologados. Así que mejor quedarse largos que cortos

homologación

Hoy mismo, la organización debe enviar a la Federación Española una comunicación pidiendo que se homologue este nuevo circuito. Así que, durante esta semana, jueces del organismo se desplazarán a Málaga para realizar la medición del trazado en el que se corrió finalmente. Tanto desde el seno de la prueba como de la propia Federación eran ayer optimistas y aseguraron a este periódico que están convencidos de que se dará validez al recorrido.

Deberá abonarse, eso sí, 1.800 euros por los gastos derivados de esta nueva medición y si, procede, su posterior homologación. Pero mejor eso que el bochorno que produciría que los tiempos del maratón fueran declarados nulos. Y es que, en caso de que esto ocurriera, los participantes no podrían validar sus tiempos y la carrera, a efectos federativos, no tendría validez. Por poner un ejemplo: la británica Betty Chan ha celebrado en Málaga su centenario como maratoniana. 100 entre pecho y espalda. Pero si no se homologase el nuevo circuito no tendría validez y, a efectos formales, seguiría con sólo 99.

El corredor, por el que se trabaja y se hacen todos los esfuerzos, digirió el error consciente de que estaba sufriendo un doble perjuicio. Por un lado, se «comieron» muchos metros al principio, por lo que los cálculos temporales que se hacen en carrera -tantos minutos el kilómetro- se fueron al limbo. Y hubo que readaptar cronómetros. Y por otro, psicológicamente se hace muy duro que, tras 41 kilómetros en las piernas, el nuevo recorrido obligue a dar una vuelta al estadio cuando lo que el atleta desea es cruzar cuanto antes la línea de meta. Pero no había más remedio.

Lejos del desgraciado incidente que monopolizó la atención de todos, Málaga vivió de una manera muy sui géneris lo que debía ser un gran día de fiesta. Es un privilegio para un fondista correr en las condiciones que se presentaron ayer. Casi 10 grados centígrados en la salida, sin viento y un circuito llano. Luego el nivel de la prueba no fue el esperado. El campeón, Abdelhadi El Mouaziz, revalidó su título con un modesto tiempo de 2h.24:39. Hay que vigilar eso, porque el brillo de una maratón se alcanza con los tiempos en meta. Poca competencia tuvo. Y, también, poco apoyo desde la calzada. La semilla maratoniana está aún recién plantada en Málaga. No existe el hábito de bajar al Centro para ver desfilar a los atletas. Poquísimo público en todo el recorrido. Un detalle que hay que pulir.

El escaso ruido en los exteriores se neutralizó con el exceso en el interior proveniente de una treintena de representantes de la Policía Local que trasladaron sus protestas al estadio. Suerte en su negociación, pero ni era el momento ni el lugar. Y deben pensar qué representan y cómo lo están haciendo.