Viaje de ida y vuelta. ¿Pero hacia qué nuevo destino? Carlos Cabezas inicia hoy el regreso al trabajo, aunque sabe que su club, el Khimki, negocia con sus agentes la rescisión de su contrato del club moscovita. La pretemporada del equipo ruso comienza esta semana y el base malagueño tiene previsto volar hoy hacia Moscú para ponerse a las órdenes de los técnicos, entre ellos, Andrija Gavrilovic, ex ayudante de Sergio Scariolo en Málaga y ahora su mano derecha en el Khimki. Será, eso sí, una estancia muy corta, ya que el costasoleño ultima su aterrizaje en un club puntero, en el que firmará un contrato de dos temporadas.

El deporte da muchas vueltas. Que se lo pregunten a Cabezas. El Unicaja no apostó el pasado verano por su base titular y un puñado de euros le alejaron de Málaga con destino al Khimki. Allí le esperaba Scariolo, el entrenador que en sus primeros años en el Unicaja no acababa de apostar por él y que al final tuvo que rendirse a la calidad, el espíritu y la entrega del base. El ahora seleccionador nacional lo reclutó para su proyecto en Moscú, junto a otro base nacional, Raúl López, con un contrato millonario bajo el brazo.

Cabezas cambió su vida y el Khimki le recibió con los brazos abiertos. Su primera fase de la temporada fue sensacional. Parecía que el malagueño, de 1,86 metros y 29 años, llevaba jugando toda la vida en la Superliga rusa. También brillaba con luz propia en la Euroliga. En su debut en la máxima competición continental con el Khimki, en casa ante el Real Madrid, Cabezas fue la gran estrella del choque: 20 puntos, 3 rebotes, 3 asistencias y 6 faltas recibidas. Y victoria en la prórroga por 84-81.

La segunda fase de la campaña fue más dura para el canterano de Los Guindos, que sigue siendo, un año después de su marcha, el jugador con más partidos como titular en la historia del Unicaja (297), el más valorado (3.853) y el segundo máximo anotador (4.096 puntos). No desplegó su juego, se olvidó de mirar al aro, fue menos agresivo en defensa y perdió la confianza del italiano.

Finalizó la temporada con los deberes hechos. El Khimki llegó al Top 16 de la Euroliga y fue subcampeón de la Superliga rusa por detrás del infranqueable CSKA. Regresó a casa con un enriquecedora experiencia en la mochila y un año más de contrato, en el que deberá percibir una cantidad muy cercana al millón de euros libres de impuestos. Pero, una vez de vacaciones, comenzaron a llegarle mensajes extraños, nada claros, sobre la posibilidad de no volver a Moscú.

Todo fue tomando cuerpo cuando el Khimki se reforzó con el serbio Zoran Planinic, otro base, del CSKA y ex del Tau, y confirmó a Raúl López. Para colmo, hace menos de un mes, Sergio Scariolo publicó en su página web un artículo en el que descartaba a Cabezas para la próxima campaña. Y se armó el lío.

Ha sido un tiempo muy duro para el malagueño, repleto de incertidumbre, aunque con las espaldas bien cubiertas dado que tiene un contrato garantizado. Una vez cobradas todas las cantidades de esta última temporada, su agente, Gorka Arrinda, comenzó a negociar su posible salida del Khimki, que se dará tras una fortísima indemnización, y la búsqueda de un club de nivel, la tarea más ardua.

En pleno mes de agosto, los grandes equipos ya tienen las plantillas estructuradas y las posiciones bien cubiertas. Cabezas, campeón del mundo en Japón´06 y de Europa en Polonia´09, ganador de la Liga ACB con el Unicaja en 2006, de la Copa del Rey de 2005 y de la Copa Korac 2000, y oro en el Mundial junior de Lisboa´99 y en el Europeo junior de Varna´98, pese a su espectacular currículum, ha teniendo complicaciones para encontrar equipo.

La confirmación oficial de su nuevo destino le llegará cuando ya esté en Moscú, donde prevé aterrizar hoy mismo. Recibirá una parte de su contrato en el Khimki, dejará el equipo y se vinculará a otro nuevo proyecto para las dos próximas temporadas. Será otra nueva aventura para Carlitos.